Queda para el recuerdo el gesto compungido de las dos ministras de Podemos, Irene Montero e Ione Belarra, en el Congreso la semana pasada. Unas caras largas incomprensibles por una reforma, la del 'sólo sí es sí', que era necesaria. Sería compresible esa reacción humana cuando se apruebe mañana en la Cámara Baja la nueva Ley de Vivienda. Una norma, que es la nueva estrategia de Sánchez para agarrar algún voto aunque haya quedado "retratado", como dice Josep Predrerol. Sobre todo, con las 50.000 viviendas de la SAREB que ha prometido a capa y espada más otras 40.000 el otro día. El presidente se piensa que todo vale, pero menos mal que existe aquello de contrastar datos, y por lo que se ve, no hay nada de nada. Algunas, sin terminar de construir y otras, totalmente 'okupadas'. Este es uno de los problemas que más se está agravando en los últimos tiempos en nuestro país. La 'okupación' ha crecido un 63 % desde 2017. Pues bien, ahora el PSOE, con la ayuda de ERC y Podemos, ha plasmado sobre esto en la nueva ley de vivienda. Y atención, porque lo normal sería que se protegiese al propietario, pero no. Ya saben que la realidad en política supera a la ficción. Ahora los propietarios que denuncien que han sufrido una okupación deben demostrar que no son un gran tenedor y si los ocupantes emplean o no el inmueble como vivienda habitual. Algo que dificulta el trámite de expulsión, pero aquí los socios de Gobierno usan la baza del concepto de vulnerabilidad. Pero hay casos y casos. Seguro que recuerdan el edificio de Majadahonda (Madrid) o seguro que han visto algún ejemplo por los medios de la nueva moda: la 'inquiokupación'. Personas que dejan de pagar su alquiler y no hay nadie que los mueva de ahí. Lo que no sabe el Ejecutivo es que en la mayoría de casos, en estos últimos tiempos, son porque saben que por ley están protegidos y nadie puede hacer nada. Pero la tortilla se ha dado la vuelta y los vulnerables son ahora muchos propietarios. No reciben el alquiler y siguen pagando una hipoteca, mientras que su inquilino/a tiene un gran negocio y un Mercedes aparcado en el garaje (esto es un caso real en Marbella). Eso sí, para que los que no podían pagar la hipoteca, porque realmente estaban mal, se les desahuciaba con una familia entera sin ningún estupor. Nos agarramos a lo que queremos. Esto es como el juego de la oca, pero diciendo: Chapuza tras chapuza y tiro porque me toca.

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