Privilegios futbolísticos

Ya en la Revolución Francesa, se alzaron voces recelando sobre si el principio de Igualdad era compatible con el de Libertad

Ya durante la Revolución Francesa, se alzaron voces entre los revolucionaros más lúcidos, recelando sobre si el principio de Igualdad, era compatible con el de Libertad. El de la Fraternidad, sí parecía congeniar con ambos, aunque fuera el que menos se aplicara. Desde entonces, no han faltado evidencias históricas que han confirmado aquella imposibilidad, acaso un oxímoron, de mantener la igualdad absoluta como un pilar rígido de la convivencia porque, bien mirado, no es un valor que nos venga dado por la naturaleza. Al igual que libertad, no es un don genético, ni la biología lo regala: son constructos de la razón que, o se conquistan a golpe de socialización (o sea, educación) y coraje o no se disfrutan. Y si se deja al ciudadano a su albur natural, libre como decía Rousseau, las desigualdades potenciales, sean físicas, intelectuales, económicas o sociales entre unos humanos y otros se disparan. Por eso, aunque la Constitución, consagre la Igualdad ante la ley y proscriba la discriminación, (Art. 14) el Tribunal Constitucional ha confirmado que ciertas desigualdades se justifican a partir de las características singulares de un hecho o una actividad cuya trascendencia colectiva tiene una repercusión mayor que otras genéricas. Por ejemplo, a la banca comercial le reconoce que, a cambio de soportar un control exhaustivo de su actividad, goce de prerrogativas en la ejecución de sus créditos que otras empresas no tienen (STC 14/1992). Y viene a cuento la perorata sobre derechos y sinrazones, a la vista de la pueril polémica suscitada en estos días sobre la vacunación excepcional de los futbolistas de la Selección que representa a España en la Eurocopa. Un privilegio sanitario, o sea una desigualdad respecto a otros ciudadanos aún pendientes de vacunar, que no es contrario al derecho constitucional de igualdad desde la premisa de que se trata de proteger el desarrollo de una actividad con innegable realce popular como es el fútbol, mal que le pese a alguno, que justifica cierta preferencia a la hora de inmunizar a los futbolistas, seleccionados entre miles, y que en este caso no representan a clubes privados, sino a todo un símbolo de cohesión colectiva como es España. Y que van a competir, (no a partirse la cara, pero casi), fajándose con otros atletas tan poderosos como ellos sin miedo al contacto que se precise para ganar. ¿Cómo no vamos a proteger a nuestros jóvenes héroes?

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