Durante este año 2021 se conmemora el centenario del nacimiento del autor más universal en pedagogía, el más influyente y destacado, el brasileño Paulo Freire. En la Universidad de Almería la semana pasada se celebraron unas Jornadas que llevaban por título "Repensar a Freire". Una excelente ocasión para descubrir, recordar o recuperar a este autor.

¿Por qué no es tan conocido Freire por el gran público e incluso por buena parte del profesorado? Los motivos son variados, pero podemos resumirlos en que al mundo neoliberal en el que vivimos, indivualista, capitalista, depredador, ególatra y hedonista no le interesa en absoluto su discurso. Es más, es un discurso "peligroso" para el orden establecido. Su afirmación "somos seres de transformación, no de adaptación", su búsqueda de coherencia entre la teoría y la práctica, su diálogo con las comunidades y las personas, situando en primer plano sus necesidades, pueden conseguir que lleguemos a plantearnos otra realidad posible.

Por otra parte, nuestro sistema educativo adolece de un pretendido (que en absoluto conseguido) eficientismo y grandes cantidades de psicologicismo. Al centrarse solo en el individuo, quedan anuladas o ignoradas ciertas cuestiones que son fruto del entorno social. En cuanto al profesorado, las tradiciones escolares asentadas, como el uso y abuso del libro de texto o la nula participación del alumnado en las decisiones del aula y en las temáticas a tratar, complican aún más el asunto. Necesitamos hoy, más que nunca, a Freire. Necesitamos recuperar su idea de emancipación de las personas, porque si no, ¿para qué queremos educar o ser educados, si no es para ser más libres, más autónomos, elegir la vida y el mundo que queremos, más justo, más humano? Su propuesta es abiertamente crítica y transformadora. Tanto el profesorado como el alumnado se educan mutuamente, buscando puntos de encuentro. Para ello, Freire propone partir de la idea de "concientización", tomando conciencia de nuestra posición en el mundo y de las posibilidades que tenemos para su superación.

Decía Paulo Freire que la educación es una obra de arte y que el educador rehace, re-dibuja, re-pinta, re-canta el mundo, junto al educando. "No hay cambio sin sueño, como no hay sueño sin esperanza". En estos tiempos de radicalismo e intolerancia, la educación tiene el deber, más que nunca, de recuperar el discurso de la esperanza.

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