No voy a hablar del rapero Pablo Hasél, ahora en boga, como tampoco lo voy a hacer de esta mujer, dirigente de una recién resucitada Sección Nacional Femenina de Falange, con su reciente discurso antisemita. Más que nada por agotamiento, porque no me interesa y porque no merece siquiera perder mi tiempo. A lo que sí quiero referirme es a la también extendida opinión sobre la libertad de expresión en nuestro país. Soy de los que tienen la postura de que es lo único que nos hace libres como seres humanos. De hecho, creo que deberíamos ejercerla más como nuestro principal derecho y 'arma' para hacer un mundo mejor. Pero como es eso precisamente lo que hay que buscar, no tolero ni pienso que deberíamos hacerlo con aquellas expresiones, en libertad, que menoscaben la integridad de los demás. Esos comentarios que incitan a la violencia y al odio, independientemente del aspecto que aborden o a quien se dirijan, así sea hacia el ser más abominable ante el que podamos encontrarnos, no se sustentan. El respeto es para quien respeta. Esa debe ser la retroalimentación.

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