Semana santa en familia

La decisión pastoral de Monseñor González Montes es acertada en concurrencia con las normas civiles y sanitarias

Cuando apenas faltan días para el comienzo de la Cuaresma con el tradicional Miércoles de Ceniza, cuando apenas faltan días para que comience el solemne preludio de nuestra Semana Santa, cuando aún la Epifanía remata con oro, incienso y mirra, el hecho más importante de la Historia de la Humanidad, el Nacimiento del Señor entre nosotros; cuando todo ello sucede, para que se haga presente hasta la saciedad, de la Vida, la Muerte y de la Resurrección del Dios que se hizo Hombre, por segundo año consecutivo, la pandemia sanitaria nos privará del fervor a pie de calle, abiertas de par en par, para venerar a nuestras devotas imágenes sagradas, dejando de convertirse cada ciudad, cada pueblo, cada barrio, bajo el palio azul esperanza del Cielo en el palpitar de los Misterios de la Pasión de Jesús y su dolorísima Madre, la bienaventurada y siempre Virgen María.

Sin desmerecimiento de ninguna otra institución, podemos decir, que la Iglesia Católica en España, en lo que respecta al acontecer de la pandemia sanitaria de la Covid-19 ha estado en primera línea colaborando y cooperando, no solo en evitar la difusión de los contagios con estrictas medidas higiénicas en los interiores de los templos, sino evitando cualquier tipo de culto litúrgico externo, que diese lugar a una presencia masiva de personas, así como, sí cabe aún, más importante, ayudando socialmente como lo hicieron el Cirineo, La Verónica, Nicodemo y José de Arimatea en el Calvario, a través de Cáritas, Cofradías, Parroquias, Banco de Alimentos y otras asociaciones pías, a todas las gentes que se han visto privadas de los bienes necesarios para poder sobrevivir en estos tiempos de precariedad y carencias.

La decisión pastoral de Monseñor González Montes es acertada al estar en concurrencia con las normas civiles y sanitarias, lo que no conlleva, que impere en los sentires de los cofrades nuestro acercamiento, sea presencial a los templos con las medidas restrictivas establecidas, o de forma telemática, para mantener y acrecentar la llama viva de la Pasión con las celebraciones religiosas que se llevarán a cabo, especialmente, el Triduo Sacro. Este año dedicado por el Papa Francisco a San José, hombre justo, toca vivir la Semana Santa de forma conventual, silenciosa, con quietud, en la intimidad personal y con la familia, núcleo esencial para la pervivencia de la fe verdadera y la religiosidad popular. Queridos lectores, cuídense y quedaros siempre con Dios.

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