Tecnológica inmortalidad

En menos de una década, la inmortalidad parece posible… gracias a la inteligencia artificial y la robótica

En la primigenia novela de Saramago, La viuda, aunque apareció con un título distinto, Tierra de pecado, al que nunca se acostumbró el autor, este hace un expreso alegato por la vida: "Solo quien no ha vivido nunca, o quien ya ha vivido demasiado, puede desear la muerte… ¡Nunca vivimos demasiado! Todos, al morir, nos vamos siendo todavía demasiado ignorantes como para poder dejar dicho o escrito que hemos vivido demasiado. Siempre se vive de menos…". Seguramente, José Saramago no pensaba en la inmortalidad, todavía menos en un escatológico, y trascendente, más allá, pero algunos gurús del futuro, aunque su autoridad intelectual pueda cuestionarse por ocurrente, no albergan dudas sobre que, en menos de una década, en 2030, la inmortalidad sea posible… gracias a la inteligencia artificial, que cada día rige o se incorpora más al desarrollo de acciones cotidianas. Un evolución decisiva -se dice singularidad, por estos visionarios tecnológicos- será que la que, superada la fusión entre inteligencia humana y artificial, lleve a que esta última, la inteligencia artificial, supere el control humano, con los distópicos efectos que pueden aventurarse, a mediados de este siglo.

Para extender los cumpleaños sin límite de tiempo, tendrán mucho que ver los "nanobots", ingenios de la robótica que permitirán la reparación celular del cuerpo humano y revertir las enfermedades y el envejecimiento. Es difícil hacerse una idea del tamaño de esos pequeños robots, cuyo ancho puede ser de cincuenta a cien milmillonésimas de metro, que ya se utilizan en la investigación y podrían hacernos inmunes a las dolencias, a la vejez y, se predice, a la muerte. O, en su caso, será posible una descarga de nuestra conciencia, en forma digital, mediante un chip adosado en la base del cráneo, como tecnológica manera de inmortalidad, al implantarse después en una funda corporal, creada genéticamente, o en otro cuerpo humano, sustos aparte. La genérica, la robótica y la nanotecnología en una alianza que dejará de ser ciencia ficción cuando los "nanobots" recorran nuestras venas y regeneren las células de la vida.

Saramago, en fin, habría de rectificar, en su obra ya de escritor excelso, Ensayo sobre la ceguera, su categórica afirmación de que "morir siempre es una cuestión de tiempo".

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