La tapia con sifón

Tunas, chumbos, higos

Vuelvo a hablar de esta fruta porque el viernes leí en el suplemento agrícola de este Diario que se están cultivando

Hace cuatro años comenté en esta columna que había otra vez chumbos en muchas fruterías, después de un tiempo sin verlos debido a la epidemia de cochinilla que arrasó las abundantes chumberas que pululaban en nuestra desértica tierra. Vuelvo a hablar de esta fruta porque el viernes leí en el suplemento agrícola de este Diario que se están cultivando, con su riego por goteo y demás sistemas de nuestra gran agricultura profesional. Antes eran mayormente silvestres; las había hasta debajo de la Alcazaba. Dicen que la fruta de secano es más dulce que la de regadío, recuerden el follón que lió en Almería cuando Felipe Mellizo dijo que “las mujeres de Almería son melones de secano” para ponderar su dulzura, y por poco lo tiran por el morro. En cualquier caso no soy muy aficionado al chumbo. Ya sé que los adeptos dicen que es refrescante y dulce. A mí no me lo parece pero, bueno, eso es cuestión de gustos. Si la aprecio poco no es porque le hace la competencia al Tanagel, otro señero producto almeriense. Tampoco es por culpa de las espinas, los vendedores te las suelen pelar, como hacían antiguamente: ¡A quién se lo pelo!, pregonaban algunas señoras provistas de guantes y una afilada navaja.

Lo que me intriga es el origen de su nombre en español: higo chumbo. Todo el mundo sabe (y si no ahí está Wikipedia) que es de origen americano, especialmente de México, donde hacen licores con el fruto y hasta sale en las letras de famosos corridos. También en Almería tenemos un licor de chumbo, el Opuntia, que elabora mi amigo Diego Gómez desde hace años. Opuntia es uno de los nombres de este fruto, aunque el más popular en México es tuna. Y la planta, nopal. Lo de “chumbo” sigue siendo una incógnita. Ni los chumbos se parecen a los higos, ni el nopal a la higuera, pero cuando llegó a España le pusieron “higuera de Indias”. Así la llama Covarrubias en 1611, quien describe fielmente el fruto y dice que “el que lo come parece que echa sangre en la orina”. Pero no aparece la palabra chumbo.

Las que sí están apareciendo ya en nuestras fruterías son las brevas. Las primeras son las de Albatera, muy caras y algo sosas. Ya he probado las primeras de la vega del Andarax, dulces como almíbar. Y otras no tanto, hay que ir con cuidado. Porque, eso sí, son casi tan caras como las alicantinas.

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