Va de fiestas

La lucha que intenta generar un movimiento centrípeto frente a ese movimiento centrífugo que lanza fuera de los pueblos

Hace una semana estuve participando en la XVII Fiesta del vino de Gójar. Es una fiesta eminentemente popular. Junto a la cata de la veintena larga de mostos locales cuya degustación era gratuita se ponían a disposición de los asistentes una serie de productos locales a los que se trataba de dar difusión tanto entre los vecinos como entre los foráneos que también asistieron a la fiesta. Y en verdad era una fiesta: popular como pocas. Por fortuna no he sido el único, ni Gójar tampoco el único sitio. Porque hemos estado recibiendo noticias estos últimos días de celebraciones similares en muchos de los pueblos de Andalucía. Estructuras parecidas: Algún aliciente más o menos gratuito y con gancho a nivel general, y la presentación de los productos más representativos del pueblo y de la zona. Una manera de darlos a conocer y a probar en un buen ambiente para incrementar su producción y con ella una revitalización de la economía y de la actividad de la zona. Loable. Se ven fortalecidas estas actividades con otras campañas que animan a consumir en los comercios locales, y que tienen el mismo objetivo. Aparcamientos gratuitos, cuando son necesarios, o incluso el sorteo de alguna cantidad más o menos módica de dinero conectado con los tickets testigos de haber comprado en alguno de sus comercios. También es loable. Y tanto más loable cuanto más pequeña es la localidad que protagoniza estas campañas y que ponen de manifiesto la preocupación de los ayuntamientos. Algo tiene que ver esto con lo que escribía la semana pasada referente a la despoblación de las zonas rurales. En el fondo es una lucha intentando generar un movimiento centrípeto artificial que se enfrente a ese otro movimiento centrífugo que lanza fuera de los pueblos a sus habitantes. Es una especie de lucha sin cuartel pero entre unos contendientes cuyas armas están muy desequilibradas. Porque es difícil suavizar la carencia o la baja calidad de servicios básicos con la celebración de una fiesta de un día y la escasa oferta y variedad de los comercios locales. Son dos platillos francamente heterogéneos. Es penoso decirlo, pero es difícil sustraerse a la atracción de las poblaciones mayores con ofertas más variadas que en el propio lugar de residencia. Por eso solo permanecemos en estos lugares o los que sentimos un fuerte lazo o los que solo tienen estos medios para sobrevivir. No obstante, que no decaiga la fe de los organizadores.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios