Monticello
Víctor J. Vázquez
S. La quijotesca
Me gustan mucho los tebeos de Astéríx. Recuerdo que en un episodio estaba Julio César en el Capitolio y un orador estaba exponiendo el problema que tenían los cultivadores de berzas. En el trascurso de aquella pieza oratoria se acerca un mensajero y le dice a César que tienen una posible solución al problema con los galos. César interrumpe al orador y este le dice que estaba en el uso de la palabra defendiendo a los cultivadores de coles y no se la podían quitar. César, iracundo, le responde: ¿sabes dónde puedes meterte las coles? Viene esto a cuento de un espectáculo lamentable que vivimos hace pocos días en el Congreso de los Diputados. La diferencia está en que en este caso no fue un presidente quién actuó despectivamente, sino todo el congreso. ¿Lo recuerdan? Sesión de control al gobierno. Jefe de la oposición frente al presidente, intercambio de exabruptos y aplausos coyunturales. Ministros contra insignes miembros de la oposición. Actitudes similares. Las gradas siguen aplaudiendo a rabiar por turnos. Así una otra vez. Hasta que acaba el espectáculo. Hasta que se acaba el circo. Terminada la sesión de control empieza un nuevo tiempo cuando representantes de los partidos proponen problemas para buscar la solución. En ese momento y como si hubiera un incendio, sus señorías se levantan de sus asientos y salen huyendo. Cuando sube el orador a la tribuna, según las imágenes de televisión no había más de una docena de personas entre las que no se encontraba casi ningún ministro ¿De qué quería hablar el orador? Estando en pleno apogeo las manifestaciones de los agricultores, con tractores y otra maquinaria, quería hablar ¡de los problemas del campo! Entre paréntesis: fue una exposición clara, con un análisis pormenorizado de lo que en su opinión eran los auténticos problemas y las posibles soluciones. Dicho sea de paso, compartí la mayor parte de sus análisis y propuestas. Pero estando de acuerdo o no, eran aportaciones discutibles en las que se podría encontrar un camino de salida. Respondió una ministra que no era la de agricultura: superficial, sin fuste, sin contenido. Puro reflejo de lo que importaba el tema a unos 325 diputados. Espero que no sea este episodio el botón que sirva de muestra del comportamiento habitual (aunque algo así le pasó a Unzué): mientras dura el espectáculo todos en las gradas; cuando se debe “parlamentar” para enfrentarse a NUESTROS problemas reina el silencio porque las voces están ausentes.
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