Víctima, que eres una víctima

No sentirse víctima es el primer paso para encontrar la salud moral y la integridad como ser humano

Oeso al menos creemos; o nos dicen; o la verdad sea dicha, nos gusta creer. Y la verdad hay dos reflexiones en torno a eso que debemos hacernos. La primera es que llevamos demasiados años culpando a los demás hasta el punto de creer que nosotros no somos absolutamente culpable de nada. Quizás por esto debemos pensar que se ha invertido la era de la culpa que iniciaron Freud y Nietzsche en la que el ser humano se le tachaba de sentirse culpable por cuestiones religiosas y de anular el instinto. Ahora, o lo parece al menos, tenemos un instinto tan expandido que la culpa es un viejo recuerdo del pasado. La segunda reflexión es que eso no significa que no nos sintamos víctimas. Siguiendo la definición de la RAE, aún consideramos que sufrimos perjuicios o daños por acciones de los demás o sucesos determinados o indeterminados. Ser una víctima es una condición social que ya no tiene nada que ver con la culpabilidad. Hasta diría que es una condición jurídica acreedora de derechos. Y por desgracia hoy dia ser víctima es un concepto tan sobrevalorado que se ha convertido en objeto de doble moral y hasta de ironía. Esto puede ser malinterpretado y en absoluto debe desmerecer a las personas que tienen problemas muy graves y que se merecen más que nadie la condición real de víctimas. El debate es otro: el de los pacientes sanitarios. ¿Un paciente, según la OMS, es una víctima? En realidad es una cuestión de difícil respuesta. En tanto y en cuanto un paciente tiene una dolencia y un tratamiento, ciertamente porta el perjuicio de una circunstancia ajena a él mismo. Por eso si podríamos considerarlo una víctima. Sin embargo la dignidad del paciente entra en colisión con el término víctima. Si consideramos como tal a un paciente lo derivamos automáticamente a otro orden humano. Pero si el paciente debe tener la misma integridad moral que una persona sana entonces no podemos considerarle víctima. Esta diatriba, compleja, se dificulta mas en nuestra sociedad donde existe la posverdad . Y lo cierto es que nos proyectan el deseo de considerarnos víctimas y de jugar con eso para nuestro beneficio. Lo cual es sin duda una abominación. Yo creo-a riesgo de equivocarme-que nadie debe considerar víctima a nadie, ni siquiera a uno mismo. Tal vez no considerarse así es el primer paso para encontrar la salud, tanto física como indudablemente moral.

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