Viscienza

La filosofía solo puede existir desde la vocación. Concebir la filosofía de otra forma es convertirla en una lengua muerta

Como en otras ocasiones voy a defender que Almería es una tierra de filósofos. Y no solo por Nicolás Salmerón, Maimonides, Averroes, y el contexto generado por la escuela de sufismo de Pechina, sino por otros nombres menos conocidos. En concreto voy a seguir la senda de Luis Abad Carretero, de Gádor. Su biografía es la de un filósofo clásico, que se deja llevar por la fuerza de sus convicciones y hasta predica con su propio ejemplo. Abad nació en Almería en 1895 y allí pasó su infancia hasta que se fue a Madrid para trabajar como telegrafista y para estudiar derecho y filosofía. Fue alumno de Ortega y Gasset. Entonces siguió su voz interior sin dudarlo: dio clases de filosofía en la secundaria y hasta dio congresos en Roma y Oxford. Publicó ensayos en las revistas de la época (1934). Fue republicano y ello le costó el ingreso en el campo de concentración de Bogharí, cerca del Sahara. Pero eso no restó que siguiera su instinto. Dando clases como profesor y haciendo exposiciones pictóricas consiguió llegar a Francia donde publicó más ensayos. De ahí se fue a México para ser profesor de la Universidad Nacional Autónoma. Regresó a España en 1966 y fijó su residencia en Gádor, donde murió en 1971. Su última obra publicada fue "Presencia viva del hombre actual". Habida cuenta de lo dicho, mi interpretación sobre él es que fue un filósofo pasional. Pero además se hace merecedor de los calificativos de humanista y de filósofo del instante por trazar argumentos sobre ese momento. Llamó "Viscienza", por ejemplo, a la fuerza vital humana que permite al hombre saber su circunstancia. Y se adelantó a su época por preocuparse de cuestiones como la relación entre el hombre y la máquina (posthumanismo) y el estrés. Lo difícil de entender, de su trayectoria, es porque ha permanecido su nombre en el olvido durante tanto tiempo. Tal vez tenga que ver con su condición de republicano exiliado. Ni siquiera Savater supo de él hasta hace poco. Ya estamos acostumbrados a estas lagunas históricas. Afortunadamente su existencia demuestra que Almería es una tierra de filósofos. Me detendré en el rasgo pasional: Abad siguió su arrebato, se dejó llevar, no lo dudo ni un momento. Seguir la senda del conocimiento marcó su existencia. Lo mismo pasó con Salmerón. Un filósofo debe arriesgarlo todo para ser lo que es. La filosofía solo puede existir desde la vocación.

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