Tras más de ocho meses cerrado al tráfico rodado y con muchas horas perdidas entre colas para la entrada y salida a la Autovía A-7, este jueves abre, al fin, la carretera de El Cañarete. Nunca imaginé que la reapertura de una vía de comunicación pudiese alegrarme tanto, más incluso que el ascenso de la Unión Deportiva Almería a Primera División. Y no exagero.

Los que vivimos en Aguadulce y diariamente tenemos que desplazarnos a la capital nos hemos sentido como en una cárcel. Salir de este nucleo de población ha sido, muchas veces, un verdadero suplicio con colas interminables de coches. Los diez kilómetros que nos separan a Almería a veces parecían los mismos que nos distancian de Vera. Por eso es entendible que la noticia de su reapertura, semanas antes de lo fijado inicialmente (junio era el mes), suponga una alegría mayúscula. Ahora solo queda confiar en que esta vez será la última porque los más agoreros ya empiezan a hacer apuestas para el siguiente desprendimiento...