El club de los incomprendidos

Hay todavía personas marginadas en la cultura por su forma de vestir, por la etiqueta social y de tela tras la chaqueta

Entre el nutrido grupo de los amantes de la cultura, hay un puñado de almas que portan el doloroso yugo del anonimato por causa de las etiquetas. Esa palabra es muy explícita porque no solo alude a una etiqueta social sino también a una cosida en la ropa. Con esto me refiero a una forma de vestir determinada, un atuendo, que representa la causa de esta exclusión. Esto nos viene a decir que el hábito sigue haciendo al monje. En los tiempos que corren la ropa todavía sirve para marginar y para segregacionar. Hay personas, con un modo de vestir, que no son consideradas como tal si se introducen en el mundo de la cultura, o que si se aceptan se hace con una mueca zurda. El gremio de la cultura es muy elitista - ya lo sabíamos- pero lo es más si quienes se introducen en él llevan puesto un uniforme y una placa que dice vigilante de seguridad. Todas las alarmas suenan si esas personas exponen sus obras. En algún lugar alguien dice "estos no son de los nuestros", "son violentos", "incultos". Y nadie se toma la molestia de preguntar porque se les confunde tanto con los guardas y los porteros (que no tienen nada que ver). Los estereotipos existen y pesan más si es el uniforme de un vigilante de seguridad quien se muestra cara a cara frente a los culturetas. El desprecio a la calidad surge rápidamente como protocolo de emergencia. Pero hay una virtud del profesional de la seguridad privada: la insistencia. Así da fe de ello la federación de seguridad privada del sindicato USO (FTSP USO A). Un vigilante es ante todo muy insistente. Por ejemplo. ALF es vigilante y pintora, RB escribe novelas, como también lo hace JCR. JI y LP llevan años exponiendo sus pinturas en galerías de arte. Incluso hay uno, AGR, que es filósofo -qué cosas-. Puedo decir muchos más que llevan años vendiendo sus obras sin la consideración que tienen los demás. Entre todos forman un extraño club: el de los incomprendidos, el de los que no se les toman en serio por su profesión, por su uniforme, por una etiqueta social y de tela que frena la mente de quien observa. La FTSP USO A invita, dadas la circunstancias, a que el gran público revise su forma de observar la cultura. Para acabar daré dos acepciones de esa palabra según la RAE. Un incomprendido -véase- es quien no ha sido debidamente interpretado y -por otro lado- quién no recibe el aprecio general de sus méritos.

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