La cultura de la cancelación

El progresismo que da la espalda a Santo Tomás de Aquino y a los Padres de la Iglesia, está causando una pulmonía en la Iglesia

Hace 51 años, el Papa Pablo VI ya clamaba contra la división de la Iglesia: "Por alguna grieta ha entrado el humo de Satanás". El hecho mismo de la cultura cancelada es un ejemplo de la grieta que hay en la Iglesia creada por el progresismo frente a la Tradición, siendo escandaloso, prohibiéndose vivir la Tradición que viene de los Apóstoles.

La Iglesia ha permanecido a lo largo de estos milenios, porque la Tradición es algo vivo en concordancia con el propio Evangelio. Lo peor, quienes estamos en ese pensamiento somos penalizados de participar activamente en comunión eclesial en actos monopolizados por la cultura a la carta, como el realizado recientemente en un encuentro cultural religioso.La Iglesia no debería cancelar a nadie, al progresismo nunca se le ha cancelado desde ningún ámbito eclesial ni de la piedad popular, al contrario, siempre y mutuamente todos hemos sido acogidos. Desde el Concilio Vaticano II el tablero está siempre inclinándose hacia el progresismo en su institucionalización en la Iglesia, rompiéndose el equilibrio entre la Tradición frente al progresismo iniciado con el modernismo del siglo XX. El progresismo que da la espalda a Santo Tomás de Aquino y a los Padres de la Iglesia, está causando una pulmonía en la Iglesia, sobre todo tras el Pontificado de Benedicto XVI, encerrándose la Iglesia dentro de la razón práctica, kantiana, empantanada en ese progresismo cultural, prevaleciendo el moralismo, una sagaz moral relativista que debería de llevar la impronta de la moral dogmática. Pío XII ya lo dijo en su momento, el progresismo ha adquirido ciudadanía senatorial y romana, y aun más, con el engranaje globalista. Con anterioridad, el papa Pío X, la Salette, Fátima, lo anunció, que el enemigo está en el interior de la Iglesia. El mundialismo y el moralismo se han apoderado de la Iglesia con la tarjeta del 2030. El papel de la Iglesia en el mundo tras el Concilio se desequilibró y ha adaptado un magisterio mundialista de intereses ideológicos, condicionado por los poderes fácticos en vez de la gran Tradición de la Iglesia. Una gran problemática actual, que está cada vez impregnando los sentires de las relaciones entre el Mundo y la Iglesia, marcada por la penalización de la sagrada Tradición, basada en la Verdad, que es una, no es poliédrica. En las Bodas de Caná, ante la falta de vino, el Señor no les puso agua, sino vino y buen vino hasta el final de la celebración. El Catolicismo es hermoso. Paz y Bien.

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