Utopías posibles

La cultura, la educación de la calle

No es lo mismo ir por un parque solo con vegetación, que por otro con esculturas y alguna exposición

Hace un par de días comentaba, en un grupo de 2º de ESO, que la música es uno de los pocos fenómenos universales del ser humano, una de las pocas invariantes que existen. Da igual que uno pertenezca a la cultura occidental, oriental, africana, industrial o tribal. Siempre hay música. Se hace, se escucha música, se disfruta. No existe persona en la faz de la tierra a la que no le guste algún tipo de música. Mi función, como docente, es ampliar sus gustos y su conocimiento, casi siempre muy determinado por el entorno familiar, su contexto cercano, las amistades y los medios de comunicación. Al hilo de ésto, la cosa derivó en el aprendizaje: "Aquí estamos para aprender"… "¿Y cuándo no lo estamos? ¿puede el ser humano no aprender? ¿qué pasaría si no aprendíeramos?" La conclusión es clara: sin aprender, no se puede vivir. Si no aprendemos que el fuego quema, no aprendemos a hablar ni a andar, o no aprendemos de los golpes y buenos momentos de la vida, nuestra existencia sería imposible. Es ésto lo que más nos distingue de los animales.Siendo ésto así, es muy importante que se cuide cada detalle, cada espacio, cada oportunidad de aprendizaje… y es aquí donde las programaciones, actividades, eventos y espacios culturales adquieren una especial relevancia. No es lo mismo ir por un parque solo con vegetación, que por otro con esculturas y alguna exposición. No es igual pasar por una plaza y que solo haya hostelería, a pasar por otra donde se está representando un espectáculo callejero. Llevar el arte, la ciencia, el conocimiento, la literatura, el teatro… a las zonas más desfavorecidas, aquellas donde las familias no pueden permitirse pagar por el acceso a la cultura. Inundar la sociedad de cultura es inundarla de conocimiento, de aprendizajes, de experiencias… que sin duda repercutirán en una sociedad mejor. Nunca conseguí distinguir muy bien entre educación y cultura, porque si la educación no amplía los horizontes culturales del alumnado, no tiene en cuenta el contexto cultural y las posibilidades formativas del entorno… mal vamos. Y por otra parte, la cultura siempre deja cierto poso en oyentes, lectores, espectadores o visitantes. Los centros educativos tienen que ser referentes culturales del entorno, y el entorno debe contribuir a ello, desde fuera hacia adentro. Proteger la cultura es apostar por el aprendizaje, que es proteger a la propia humanidad.

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