Pues mire Vd., depende. Pero no se me preocupe que hoy, domingo, cuando escribo estas líneas quiero disfrutar escribiéndolas pues he pasado un buen día. He estrenado una olla de cocción lenta que me trajeron los Reyes Magos, he hecho “futin”, he sintetizado vitamina D, de forma natural, y me he tomado un rico café “arábica”, así que qué más le voy a pedir a Dios. Por lo tanto, el “depende” del principio viene a cuento porque los que ya tenemos una edad más o menos avanzada podemos permitirnos el lujo de poner en práctica el dicho “a ciertas edades las normas están para no cumplirlas”, aunque eso no se aplica ni a los ministros ni a los presupuestos de España. Ese es otro tema. Si no se hacen presupuestos, qué dineros van a gastar los Ministerios, y cómo van a gastarlos. Además, hasta los mayores, o quizás, los mayores más que los jóvenes, consideramos que la Constitución es algo aparte. Algo perfectible, como cualquier obra humana, pero algo que no se toca ni se ignora. Es, con perdón de los curas, algo casi “sacrosanto”. Y la Constitución dice que el gobierno tiene que presentar los presupuestos en el Congreso todos los años.

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