Un antes y un después

Los conflictos de hoy se viven en tiempo real; a través delos medios de comunicacióny las redes sociales

A lo largo de nuestra vida, nos encontramos varias veces ante momentos o acontecimientos trascendentales, que marcan el comienzo de otros, o se convierten en puntos de inflexión, ante los que debemos tomar decisiones, muchas veces con alto coste personal o social, o simplemente, dolorosas por lo que implican.

Si tuvieras que elegir un tiempo en el que crees que viviste ese tipo de circunstancias, te viene a la memoria el mes de julio de 1997, año en el que la banda terrorista ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco. Aunque no fue inmediato el fin, el rechazo de la sociedad ante la violencia, en forma de manifestaciones por todo el país, supuso un cambio de paradigma, especialmente en la no justificación de acciones de esta naturaleza, cualesquiera que fueran las razones que las movieran.

Las coyunturas en que se han producido las variaciones del rumbo de la historia que estudiamos, y su valoración con espíritu crítico, que no actual, porque nada se puede valorar del pasado con los ojos del presente sin que pierda brillo, te permiten de alguna manera considerar que quizá estamos ahora ante un instante decisivo que puede llevarnos a nuevos rumbos. No ha habido periodo que recuerdes que en el que no hayan existido disputas, y lo que es peor, guerras, fundamentadas en variados motivos, pero en el fondo siempre relacionadas con el poder, especialmente el económico, que quizá está en la naturaleza humana no solo desear, sino querer más que el otro, en un bucle de comparación continua que nos impide disfrutar de lo que tenemos sin sufrir por lo que podríamos ser.

Los conflictos de hoy, sin embargo, se viven en tiempo real, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, por lo que a la falta de perspectiva que ponen el tiempo y la distancia, se une el bombardeo continuo de opiniones, no dices que malintencionadas, pero dirigidas por uno y otro bando, con argumentos comprados por intereses espurios, de modo que no te queda claro lo que está sucediendo a tu alrededor, lo que te impide su valoración desde el punto de vista moral, que al final es el que importa.

Se augura el inicio de la tercera guerra mundial, y no queda más que desear que no atine el vaticinio, y que seamos capaces de encontrar el camino de la concordia, por más que hasta el momento no haya sido posible. Quedémonos en el antes, no vaya a ser que no nos guste el después.

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