La muy difícil convivencia

Al convivir con el virus uno de los polos es inflexible y hay que someterse a las condiciones que dicta

La convivencia entre personas es algo difícil. Sean cuales sean los convivientes siempre surgen problemas, roces, dificultades. En ocasiones son momentos claramente superables. Pero en otras, esas situaciones terminan en ruptura y vienen los divorcios, el alejamiento de los amigos, los hogares vacíos o los enfrentamientos entre adolescentes. Para no llegar a esos extremos pueden ponerse en práctica acuerdos, reglas o incluso la intervención de terceras personas como psicólogos o mediadores. Por supuesto que, cuando se dan entre humanos, la responsabilidad de la ruptura o la colaboración para evitarla depende al menos de dos partes intervinientes. Sin embargo, si los que saben llevan razón, se acerca un tiempo en el que se va a exigir una nueva convivencia, pero uno de los "convivientes" no es humano. Me refiero a la profecía de que vamos a tener que convivir con la COVID-19, que ese es el futuro que nos aguarda. Es evidente que si no se consigue eliminar por completo el virus siempre estará entre nosotros. Y parece que nos muestran como un horizonte de esperanza, como un horizonte positivo, el que "vamos a tener que aprender a convivir con el virus". Hay quien lo acoge con un suspiro, casi pensando en que "esto se ha acabado". Vana esperanza, falaz ilusión. Porque el proceso de aprendizaje puede ser largo, pesado y sus resultados no ser tan halagüeños. Cuando se trata de convivencia entre humanos se pueden establecer reglas que pueden implicar una cesión de las parte convivientes. Sin embargo, en esta situación uno de los polos es inflexible, dictatorial, y hay que someterse a sus condiciones, condiciones que dicta mediante su forma de expandirse y la gravedad de sus efectos. ¿Y quién nos dice que el acomodar nuestra conducta a sus exigencias no va a ser más que un incremento "permanente" de las restricciones que estamos viviendo? Creo que en este caso, convivir no es precisamente un "viva la virgen" y que cada cual haga lo que le apetezca, y si nos contagiamos, qué le vamos a hacer. Es algo más; mucho más. Pero hay algunos dirigentes que declinan tomar medidas restrictivas en la creencia de que si los contagios están descendiendo en Dinamarca, Sudáfrica o Alemania, lo mismo puede pasar aquí y entonces ¿por qué fastidiar a la población? Lo que no quieren saber es que si en esos países ha bajado la incidencia es por unas serias medidas llevadas a la práctica sin reservas.

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