Lo echaremos de menos

Ojala se superen algunas susceptibilidades provocadas, tal vez, por una indelicadeza de Sánchez. Pero no deberían ser un obstáculo insalvable

Cualquiera diría que la idea lanzada por Sánchez de hacer unos pactos con la máxima participación posible ha provocado una estampida mayor que la que se produjo en la famosa madrugá de Sevilla. Partidos, grupos y tendencias se han enfrentado a la propuesta con unas razones a veces válidas y en ocasiones más que peregrinas. Me gustaría plantear la situación de la siguiente manera: Supongamos (y no es mucho suponer, claro) que el Ejecutivo ha cometido errores; unos de bulto; otros, de detalle. Unos justificables y otros no. Supongamos también, (tampoco es mucho suponer) que en muchas ocasiones han faltado reflejos e ideas que han paralizado una respuesta adecuada. Podría intentar dar justificaciones para los errores y la sequedad de ideas. Pero ni es mi intención, ni es el momento y tal vez no me acompañaría el éxito. Vayamos, por tanto, a lo que interesa: la situación que estamos viviendo es claramente mejorable, y el desafío del futuro se muestra VIRUlento (perdón). Y aquí estamos. En esta situación debería primar un interés común: salir de la crisis de la mejor manera posible. El camino está claro. Es necesario rectificar los errores y suministrar nuevas ideas. No descubro la pólvora. Pero mal empezamos si la primera toma de postura es vetar a otras formaciones políticas. Es un infantiloide "no me junto" que no lleva buenos derroteros. O se superan los vetos y se permite participar a todos los que lo deseen, quedando fuera solo los que se niegan a participar, o no hay solución posible. Y me temo que no estén muy dispuestos a ceder. Hoy estarán empezando los contactos del Presidente del gobierno con los demás lideres, al menos vía telefónica. Ojala se superen algunas susceptibilidades provocadas, tal vez, por una indelicadeza de Sánchez. Pero no deberían ser un obstáculo insalvable. Y a partir de ahí, ser capaces de clarificar los errores para solventarlos y complementar las carencias proponiendo ideas positivas. Dicho así, qué fácil resulta. Pero ¿habrá generosidad suficiente? ¿Serán capaces, unos y otros, de romper las posiciones dogmáticas y doctrinales a las que tan aficionados somos? Y una cuestión que me inquieta: ¿será la síntesis de las posiciones la mejor de las soluciones posibles? Y por si esto no fuera lo mejor, que por lo menos los esfuerzos se centren en la misma dirección no sea que, si "unidos derrotaremos el virus", el virus lleve todas las de ganar. Y echaremos en falta el acuerdo.

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