La tapia con sifón

El gluten y el coco

Una margarina hecha con aceite de coco o palma es más dañina que una mantequilla de verdad

Cuando conté aquí, hace dos meses, una conversación sobre el vino vegano, prometí contar otra, oída también en una tienda, sobre el chocolate sin gluten. Estaba comprando en la antigua tienda San Antonio, en la céntrica calle de Castelar, cuando oigo a mi lado a alguien que pregunta: ¿Tiene gluten ese chocolate?, mientras señala una estantería llena de tabletas de chocolates con varios porcentajes de cacao (muy buenos, por cierto). Jose, el propietario, le contesta sorprendido que el chocolate negro no lleva gluten. Ni el blanco ni el con leche; añado yo; si acaso alguno para hacer "a la taza". Y aun estos suelen llevar sémola de maíz o de arroz, mucho más eficaces como espesantes que la de trigo. Esta pregunta, como la del vino vegano, es el efecto que está causando en muchísimos consumidores el etiquetado de productos que, sin haber llevado nunca gluten o lactosa, ahora lo ponen bien visible como reclamo.

No sé si servirá de algo, pero habrá que repetir una y cien veces que el gluten no es un veneno sino una proteína de calidad, buenísima para los no celíacos. Que, por cierto, somos el 99 % de la población. A pesar de eso, según un reciente estudio publicado en EEUU, la cuarta parte de la población de ese país consume alimentos sin gluten. No tengo datos de España, pero no andaremos lejos. Lo peor, aparte del precio excesivo de esos productos, es que muchas veces se sustituye el trigo o la cebada por ingredientes de peor calidad, y que se elaboran con múltiples aditivos. Igual que ocurre con muchos productos veganos, que sustituyen la mantequilla por aceites de palma o coco, mucho más dañinos. Por ejemplo, como oigo hablar últimamente de cruasán o donut veganos, me he dedicado a buscar las recetas y la mayoría indican solo aceite vegetal o margarina vegana, sin más detalles. Al fin, en la página "dimensión vegana" dice que se hacen con aceite de coco. La gallina. Señores apóstoles y señoras apóstolas de la comida "sana", el aceite de coco tiene un 87 % de grasas saturadas, más aun que el demonizado aceite de palma. Una margarina hecha con aceite de coco o palma es más dañina que una mantequilla de verdad. Y no digamos si los hidrogenan para darles textura firme, procedimiento que las convierte en un tiro para las arterias. En resumen, coman lo que quieran, pero dejen de darnos la tabarra con sus catequesis.

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