La cuarta pared

Hasta el infinito y más allá

400 años de condensada historia que han hecho de este lugar un icono universal

Es más que obvio, que si hay una ciudad icónica en el mundo, está es Nueva York. Desde que los holandeses colonizaran la isla de Manhattan a comienzos del siglo XVII tras comprársela a los indios Lenape y de bautizarla como “Nueva Amsterdam”, la vorágine de acontecimientos que se desarrollaron en este lugar del mundo en apenas 400 años podría ser equiparable a la historia milenaria de otras grandes ciudades.

Tras la primera etapa holandesa, ya durante el siglo XVIII, el imperio británico tomó el relevo del control de este importante puerto comercial en la desembocadura del río Hudson, convirtiéndose en la principal puerta al atlántico de las colonias de ultramar, a las que poco les quedaba ya para alzarse en rebeldía y clamar por su independencia de la vieja Europa.

El siglo XIX fue el momento de los irlandeses, que llegaron en masa a causa de la gran hambruna. En esta época se trazó la rejilla urbana que hoy conocemos y en la que a mediados de siglo tras un concurso de ideas, se gestó el inmenso Central Park que a modo de ventana en la retícula, esponja y oxigena a la ciudad que nunca duerme. El siglo XX, con la expansión de grandes infraestructuras y con la llegada masiva de inmigrantes italianos, judíos y asiáticos en busca de un porvenir mejor, y con unos Estados Unidos imparables e indiscutibles aspirantes a la dominación del nuevo orden mundial que se estaba gestando, terminó de poner a Nueva York en el centro de mundo. Centenares de rascacielos comenzaron a aflorar, con especial intensidad en la década de 1930, en una imparable carrera para tocar el cielo.

Pero esta carrera se vio truncada por el infame atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las dos torres del distrito financiero. El mundo cambió de rumbo y ya nada volvió a ser igual. A pesar de ello, la ciudad sigue, se levanta y se reinventa. Hoy ya no se pugna por ganar más altura sino por lograr edificios eficientes y sostenibles, y por recuperar espacios urbanos como el High Line Elevated Park, un precioso parque verde construido sobre la plataforma de una antigua línea de metro elevada.A fin de cuentas, puede que Nueva York no sea la ciudad más grande, ni tampoco la más bonita. No es ya la ciudad con los rascacielos más altos ni es la ciudad con más historia. Tampoco es probablemente ya el más importante centro financiero mundial como en su día lo fuese, pero a pesar de todo, la gran manzana es y será la capital del mundo.

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