Con gran esfuerzo hemos conseguido evitar durante varias semanas los temas del día. No por nada, sino por darle a los lectores un poco de variedad y a nosotros un mínimo de relajación. Bastante saturados estamos todos de fotos de las calles de Barcelona y del Valle de los Caídos (de ahora en adelante, Cuelgamuros), escoltadas por un centón de columnas, sesudos análisis, encendidas diatribas y declaraciones interesadas de todos los partidos existentes y algunos que están en ser, estos últimos con la idea de buscarse las habichuelas el próximo día diez.

Si a pesar de eso hemos titulado la columna "los nietos" no es por el protagonismo funerario de los desvergonzados nietos de Franco, que no conocen el pudor ni el recato, no hablemos ya de educación. Si no porque hay otros nietos que dan magníficas noticias, como es el caso de Helena de Llanos, nieta de Fernando Fernán Gómez, que se ha tomado el trabajo de recopilar la obra dramática de su abuelo, en parte aun inédita, en un libro de 1.100 páginas editado por Galaxia Gutenberg con el título de "Teatro".

Y eso a pesar de que, con toda seguridad, la herencia de F. Fernán Gómez que le haya podido corresponder a su nieta no habrá llegado ni a la milmillónesima parte de lo que el dictador le ha dejado a su numerosa descendencia.

La relevante moraleja es que, igual que hay gente p`a tó, como dijo Rafael el Gallo, también hay nietos y nietos. Y que, aunque nos parezca mentira, en medio de tanta ordinariez y vulgaridad, hay quien sigue trabajando por la cultura, con lo difícil que es valorarla en estos tiempos. Hay una curiosa coincidencia entre ambos abuelos de estos nietos: Fernando F. G. escribió en 1938 "El guiñol de Papá Dick", uno de los textos inéditos que, al parecer, estaba reescribiendo cuando murió.

En ese mismo año, F. Franco B. estaba entretenido en la batalla del Ebro, entre otras distracciones similares. Y durante muchos años siguió el "paralelismo" entre la obra de ambos abuelos. Solo que F.F. Bahamonde culminó su labor en 1975 mandando fusilar a cinco, dos meses antes de morir. F.F. Gómez siguió, por suerte, muchos años -hasta 2007- actuando y dirigiendo cine y teatro, publicando novelas, poesía y ensayo. Como premio le quitaron su nombre a un teatro de Madrid, aunque la presión popular hizo que se lo volvieran a poner. Y dentro de cincuenta años, ¿qué? Lo único que tenemos claro es que nosotros no lo veremos. Y que a burro muerto, cebada al rabo.

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