Seguir viendo imágenes como las que hemos visto en la frontera de Marruecos con Melilla hace que uno se desgarre por dentro. Decenas de cuerpos tirados como si fuera un hormiguero recién fumigado. Perdonen la expresión. La gota que colma el vaso es escuchar el número de muertos de diferentes fuentes y ver a un presidente del Gobierno, el pasado sábado, orgulloso de su plan anticrisis y explicar su defensa a la gendarmería marroquí. Hoy dice eso por su nueva relación con Mohamed VI, pero creo que todavía las cosas en Rabat no están muy claras con Sánchez. Cómo nos gustaría saber a los medios qué tiene Marruecos sobre nuestro presidente después de ese presunto espionaje en el que todos apuntamos a que fue el país norteafricano, aunque no hay nada confirmado. De momento, algo se ha publicado en Francia ('France Soir') relacionado con la mujer del presidente, Begoña Gómez. Les digo esto porque en 2018 el jefe del Ejecutivo escribía en su Twitter: "¿Cuántos más tienen que morir? Hay que restablecer una política justa en las fronteras…". Ahora miren, y de nuevo el caos en los sillones del Consejo de Ministros. Nueva pelea en la coalición donde ya no se esconden y se hace pública en mitad de una rueda de prensa. Me refiero al espectáculo que dieron el lunes cuando los periodistas intentaban hacerle preguntas a Irene Montero y la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, lo impidió hasta cinco veces para responder ella. De nuevo peleas de patio de colegio que Sánchez intenta evitar como sea y más con el resultado electoral andaluz. Pero es que los reproches son peor que una canción de Pimpinela. El partido que forma parte del Gobierno les critica en la cara, como ha hecho el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, exigiendo una investigación por la masacre ocurrida en la valla de Melilla. Mientras, Yolanda Díaz sigue con su dilema de con quién formará su nuevo partido porque tras la dimisión de Mónica Oltra y la fabulosa gestión de Ada Colau, la ministra lo tiene complicado. Todo es surrealista, aunque, hoy miércoles, lo que le interesa a Sánchez es vender su plan de choque ante datos nefastos económicos que intentará maquillar en plena cumbre de la OTAN y, obviamente, hacerse la gran foto con Biden con sonrisas de categoría como las que hicieron Aznar y Bush.

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