Te odio

"Humano soy y nada de lo humano me es ajeno". Terencio, pensador romano

Con el odio pasa lo mismo que con el pudor, la lujuria y la envidia. No sólo no sirve para nada sino que genera un daño interior al que lo padece. Estos días hemos sido testigos de lo acontecido entre un exmilitar y las fotos de ciertos políticos. Y nos ha servido para apreciar la mayor: que el individuo en cuestión ha sido el único que ha salido perjudicado. Nadie más. El odio es una enfermedad moral que te impide evolucionar y que te excluye de la diversidad cultural e ideológica. Da igual tener la razón y que los odiados se merezcan o no tal emoción. Incluso estando en lo cierto, el odio te asigna la condición del equivocado. Todas las clases de odio forman parte de la cultura del error y de la falacia. Supone un retroceso el odio de un ciudadano a su gobierno de igual manera que el del gobierno a sus ciudadanos. Al mismo tiempo representa una falta de profesionalidad el odio que los partidos políticos muestran por los adversarios porque es otra forma de odiar al pueblo al ningunearlo, al convertirlo en un ardíz para otros intereses provenientes de las redes clientelares. Estamos inmersos en la era del odio, en la de los nuevos tabúes,y en la de los neopuritanismos. Hace tiempo que la nuestra era la cultura de la envidia y de la hipocresía. Eso lo sabíamos ya. Nos odiamos tanto que no paramos de compararnos los unos con los otros hasta el punto de la obsesión. En el capitalismo global parece que nuestra identidad está condicionada a la identidad del otro y que por eso hemos tejido unas relaciones sociales basadas en la rivalidad y en la censura social. Nos odiamos; nos deseamos lo peor; malhablamos de los que no piensan como nosotros; hasta odiamos a los que nos odian; y a veces nos odiamos a nosotros mismos porque no estamos a la altura de las espectativas de la media, lo cual es muy agotador. Y a fin de cuentas para qué: para padecer un rumor interior que nos encadena en el drama de nuestra vida y que no nos deja conocer a gente más interesante de lo que creemos. Ciertamente la mayoría de las personas que odiamos pueden aportarnos más cosas de las que creemos: otra perspectiva diferente. Nada de lo humano nos es ajeno, y por consiguiente todo lo humano tiene que ver con nosotros. Lo dijo Terencio, pensador romano. Por eso creo, querido lector, que el odio además de un error es una pérdida de tiempo. Si es tan amable...no me odie por favor.

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