Una catedral sin órgano es una catedral incompleta; le pueden faltar imágenes, lámparas y otros detalles, pero el coro y el órgano son elementos obligados en una catedral. Para que una oración compartida por los fieles o una alabanza se eleve hasta el cielo y lo haga de forma majestuosa, necesita el recogimiento de un templo y la música divina de un órgano. Desde el principio, es decir desde que la antigua mezquita aljama se transformó en catedral, existieron dos órganos pequeños, que posteriormente se trasladaron a la nueva catedral y sabemos que en 1540 fueron restaurados por el maestro organero Francisco Vázquez. A lo largo de aquel siglo fueron afinados en varias ocasiones por el Maestro Organero Martín Alguer.

En 1679 se compró un nuevo órgano por un importe de 20.143 reales, aunque una vez instalado el órgano, esta cantidad se vio aumentada en casi 1.000 reales más de lo presupuestado; eso sigue vigente en todas las obras públicas. En algún artículo publicado sobre este tema, he visto que confunden los reales con los reales de vellón. Aclaremos que cada real equivale a 2,5 reales de vellón. Pues bien de esta cantidad 11.000 reales los puso el obispo don Antonio Ibarra y el órgano fue colocado en el lado del Evangelio (lado izquierdo según se mira al altar mayor) Con la llegada del Obispo Don Claudio Sanz y Torres la Catedral se vio enormemente embellecida y casi un siglo después, concretamente en 1768 se compró un segundo órgano, “un gran órgano” lógicamente más moderno y mejor que el anterior, que se colocó también en el lado del Evangelio, pasando previamente el anterior al lado de la Epístola. Para construir este órgano, el Obispo Sanz y Torres buscó al mejor profesional e hizo venir de la Corte al Maestro Organero Don Leonardo Fernández Dávila, que había construido los órganos de la Capilla del Palacio Real, el del Real Convento de la Encarnación de Madrid y los de la Catedral de Granada.

Las cajas de los órganos son una auténtica maravilla. La del lado del Evangelio está coronada por el escudo heráldico de la Catedral: el florón y las azucenas y el lema “Soli Deo honor et gloria” y la caja del órgano del lado de la Epístola está rematada con la corona real; debajo están la tiara, la mitra y el báculo episcopal y el lema “Ave María Gratia Plena”. Pues bien esta maravilla, esta obra de arte, fue destruida en 1936. Sin comentarios. Inmediatamente después de terminar la Guerra Civil, el Vicario Don Rafael Ortega Barrios inició la reparación de todos los destrozos cometidos en la Catedral durante la misma. Una de las cosas prioritarias fue la construcción del órgano. Para ello trajo de Gibraltar al Maestro Organero don Pedro Guis que acababa de construir allí el órgano de la catedral Católica. El caso es que tras varios años de trabajo no lo terminó, haciéndolo el Maestro Organero don Enrique Morentín, que había restaurado varios órganos en distintas Basílicas y Catedrales de toda España.

En la década de los 80, siendo Presidente de la Diputación Provincial don Antonio Maresca, donó a la Catedral 179.200 pesetas para restaurar y remodelar los dos órganos, que estaban bastante deteriorados. Este año de 2024 con motivo de la celebración del 500 aniversario del inicio de las obras de la actual catedral, es una magnífica ocasión para poner en servicio en las mejores condiciones posibles por lo menos uno de los dos órganos de la catedral. Su restauración cuesta alrededor de 500.000 euros. A algunos les puede parecer caro, a mi me parece hasta barato, comparándolo con los 3.903 reales que costó la restauración del órgano mayor hace ya casi 200 años. Haciendo la conversión de reales de mediados del siglo XIX a euros, operación aproximada y poco precisa desde luego, con los 3.903 reales de plata de aquella época se podían comprar unos 3.800 litros de aceite. Hoy a pesar de la gran subida del dorado líquido compraríamos unos 50.000 litros. O sea que la restauración es más barata.

La restauración del órgano que se pretende hacer es tan necesaria como urgente. Se trata de un instrumento de calidad con una gran carga de Historia a sus espaldas que hay que salvar del abandono y poner en servicio lo antes posible. El Ilustrísimo Señor Deán de la Catedral Don Juan José Martín Campos me apunta la idea de dedicar diez o quince minutos de música clásica después de la misa mayor por ejemplo, con una programación previamente anunciada. A mí me parece una magnífica idea.

El órgano tiene 2505 tubos sonoros, de los cuales 184 son de madera. Su financiación no la veo difícil. Creo que tanto el Ayuntamiento de Almería como la Diputación Provincial darán un paso al frente aportando la cantidad de dinero que consideren oportuno; pero somos también los particulares, los que tenemos que colaborar generosamente, para poner en servicio este preciado órgano de 250 años de antigüedad. Existe la posibilidad de que a cambio de los donativos se puedan gravar en los tubos el nombre del donante. Para este fin el Cabildo Catedralicio cuenta con una tabla de precios según el tamaño del tubo. Este órgano es patrimonio de todos los almerienses y lo que ha sido un sueño hasta ahora, tenemos que convertirlo en realidad. Amén.

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