La tapia del manicomio

El pangolín

Hasta ahora no se sabe siquiera si hubo un chino que se comió un cocodrilo o un murciélago que se había comido a un australiano

En ocasiones en que hasta lo dramático hay que tomárselo a chacota. ¿Es creíble que entre los animales que se llevó Noé al arca hubiera una pareja de pangolines? Llevábamos entre los dos ciento y muchos años sin tener noticia de la existencia de semejante animal, ni siquiera lo habíamos visto en esos programas de animalitos que adoban nuestras siestas (por cierto, deberían de censurarlos porque están llenos de violencia machista y de otras clases, como asesinatos, mutilaciones, sexo salvaje incluidos incestos… y todo eso en horario infantil). Aunque es probable que hayan salido pangolines en alguno de esos programas, habrán salido mientras estábamos durmiendo.

El caso es que nos lo dimos de boca hace pocos meses, cuando apareció como posible culpable de ser el intermediario de la transmisión del coronavirus del murciélago al homo sapiens. Porque, al parecer, el sistema empleado por el virus para atacarnos a las criaturas humanas recuerda una rumba de Peret en la que un individuo quería matar a su compadre por haberlo llamado gato: "el gato caza al ratón / el ratón se come el queso / el queso lo da la leche / la leche la da la vaca / la vaca tiene los cuernos / ¡ay, ay!, ¡'lo mato!".

El pangolín fue descartado poco después y la explicación que dieron los responsables de la falsa noticia es que había sido un error de comunicación (creíamos que esa excusa solo la daban los políticos cuando los pillan en una metedura de pata). La comunidad científica sigue buscando el eslabón perdido, pero hasta ahora no se sabe siquiera si hubo un chino que se comió un cocodrilo o un murciélago que se había comido a un australiano. No se trata de un mero afán de conocimiento, sino de saber de dónde ha salido, para que el siguiente no nos pille como ahora. Aunque para afán de (des)conocimiento el de Donald Trump, que sigue afirmando que es un virus artificial creado en China, a pesar de todas las evidencias científicas en contra. Con el mismo nivel de cientifismo se podría afirmar que el coronavirus se inventó en la planta 107 de la Trump Tower de "Niuyor" en una tarde de jarana. Al común de los mortales solo nos cabe esperar que pronto se dé con la tecla y, una vez que se dé con la tecla, que se encuentre el piano donde tocarla. Como consuelo podemos recurrir al clásico aforismo "comamos y bebamos, pues mañana moriremos". O emular a don Hilarión: si me gustan las hijas de Eva, ¿qué he de hacer yo? Pues, nada, a tirar p'alante y a ver qué pasa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios