El callejón del gato

Dos perlas

Durante 17 años que duró su mandato se cometieron constantes violaciones contra los derechos humanos

No sé si lo harán a propósito por mantenerse en candelero, pero, con frecuencia, nos sorprenden manifestaciones de personajes que algún día ocuparon primeros planos en los anales de este país y hoy se hallan en cierto declive. Frases que en boca de un don nadie carecerían de importancia, dichas por una celebridad se convierten en noticias destacadas. La semana pasada cayeron dos perlas. La primera fue la que soltó Fernando Savater calificando de tontos a los cinco millones de españoles que votaron a Podemos. A mí nunca me convenció Podemos y en esta misma columna más de una vez he mostrado mi opinión en contra de sus planteamientos, pero conozco a muchos votantes de Podemos que no tienen un pelo de tontos, como se suele decir. Cualquiera que haya seguido la trayectoria del filósofo donostiarra habrá observado que el Fernando Savater de hoy nada tiene que ver con el pensador que era hace cuarenta años y opiniones tan simples como calificar de tontos a cincuenta millones de españoles sin exponer un argumento que lo demuestre, lo corroboran. Pero yo siempre he pensado que vivir bajo la intimidación de ETA, como es su caso, justifican su transformación que él mismo reconoce. Más grave me parece que a estas alturas haya alguien que diga algo bueno sobre Augusto Pinochet, como ha hecho Alfonso Guerra poniendo de ejemplo como dictadura eficaz la de semejante personaje. Para descalificar la dictadura de Maduro, que ese ha sido el motivo, no era necesario hacer comparaciones que favorecen a un dictador sanguinario. Durante 17 años que duró su mandato se cometieron constantes violaciones contra los derechos humanos. Se cuentan por miles las víctimas de prisión y tortura, muchas de las cuales fueron ejecutadas o desaparecidas. Pinochet fue uno de los principales dirigentes de la operación Cóndor, una organización terrorífica que causó, 50.000 muertos, 30.000 desaparecidos y más de 400.000 presos políticos. Convirtió en un Campo de Concentración como centro represivo contra aquellos que no compartían su ideología, el Estadio Nacional de Santiago de Chile, donde se torturó y asesinó, entre otros, al cantautor Víctor Jara, uno de los crímenes más emblemáticos de los que se produjeron tras el golpe de Estado. Son detalles que conviene recordar para no caer en la tentación de considerar las palabras de Alfonso Guerra y justificar un ápice a uno de los regímenes más sanguinarios, calificándolo como ejemplo de dictadura eficaz.

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