El teatro y la política

La política actual está basada en el teatro griego. Hay actores, público, guión y escenario

Me lo dijo una vez un querido profesor de la Universidad de Almería. "La política -hijo mío- se basa en el teatro griego. Tiene un escenario, un público, un guión, y unos actores. Entre acto y acto, de vez en cuando, se gestiona lo público. El resto es espectáculo". Yo acogí aquellas palabras con interés y si hay que decirlo todo las grabé en mi mente. Me han dado mucho que pensar, la verdad. Una de las cosas en las que he reflexionado ha sido en las hinchadas: en el público hay bandos que rivalizan para defender los actores de su gusto. Pero entre los actores también existen estos bandos, y todo por ganarse al público. La verdad es que se repiten las versiones de Pisistrato, Solón o Clístenes, al existir ese enfrentamiento, digno de una celebración deportiva.. El odio es la emoción que se gesta en el teatro, en lugar de la satisfacción o el placer que deberían ser las que se expandieran en un evento de estas características. Pero hay más, el guión. ¿Quién hace el libreto? Debo suponer que esa tarea está en manos de los empresarios teatrales, y los autores contratados. Obviamente su objetivo es llenar el teatro y vivir de los costes de las entradas. Los autores de teatro, no pueden tener un papel independiente con contrato. Por otro lado, los temas siguen siendo los mismos en el teatro: las tragedias. Hemos sustituido las Guerras Médicas, y las pugnas entre los dioses del Olimpo, por las disputas entre el pensamiento único de la derecha y la superioridad moral de la izquierda. Ahora tenemos también el de la Monarquía y la República, dos sistemas que se atribuyen hoy día el éxito de la democracia y de la concordia. Por otro lado están los medios invitados. Siempre me he preguntado por qué no se avisan a todos los medios en los eventos. Aunque esta función le corresponden también a los empresarios teatrales. Y bien pensado todo esto, entre tanto odio y abucheo, yo me planteo la verdadera cuestión de fondo del teatro. Realmente no se trata de pretender gestionar lo público sino de la repetición de la tiranía. Los empresarios teatrales, de la política, dejan que nos subamos al escenario porque gracias a eso ello pueden seguir cobrando las entradas, aunque creamos que vivimos en democracia y que existen izquierdas, derechas, monarquías y repúblicas. Gracias a estas mentiras el teatro nunca ha estado vacio. Las entradas se agotan rápidamente.

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