El callejón del gato

De tertuliana a ministra

No hay peores dirigentes que aquellos que se creen en posesión de la verdad

Puede que fuese una frase suelta, pero a veces, con cuatro palabras expresamos, como se suele decir, lo que nos sale del alma y nos retratamos sin ningún reparo. Me refiero a unas declaraciones de la ministra de Asuntos Sociales y nueva dirigente de Podemos Ione Belarra, defendiendo el regreso de Puigdemont y del resto de políticos que escaparon de la justicia, y que circulen por España con absoluta libertad, como si de nada fueran culpables. Vayamos por partes, la sedición es un delito contra el orden público tipificado en el Código Penal. Los independentistas catalanes que protagonizaron los hechos descritos en los artículos 544 y siguientes, fueron imputados como presuntos delincuentes. Unos comparecieron ante la justicia y otros huyeron. Oriol Junqueras, junto a otros once, fueron juzgados con todas las garantías procesales y condenados como culpables del delito de sedición a penas de diez años de cárcel. Han cumplido casi cuatro y parece que el Gobierno les va a conceder el indulto. Hay división de opiniones con respecto a la concesión del indulto. Siendo la mía favorable, respeto la de aquellos que opinan lo contrario, siempre y cuando lo hagan sin avasallar a quienes libremente pensamos diferente. Pero, al margen del debate, lo importante es que el Gobierno tiene facultades para concederlo y, de llevarlo a cabo, estaría dentro de la legalidad, por mucho ruido que hagan los acalorados manifestantes de la Plaza de Colón. Lo que no sería legal es que los fugitivos, después de haber vivido en el extranjero a cuerpo de rey, vinieran ahora a España saltándose la ley a la torera, como si el indulto concedido a los condenados por delito de sedición, que llevan más de tres años entre rejas, a ellos también los redimiera. Ni lo establecido por la ley en relación con el delito de sedición, ni la aplicación de la justicia por el poder judicial, significan nada para la ministra de Asuntos Sociales que, si estuviera en sus manos, decidiría, según su criterio personal, lo que corresponde aplicar a los responsables del "procés" que burlaron la justicia escapando a media noche. No hay peores dirigentes que aquellos que se creen en posesión de la verdad. Se arrogan poder absoluto al margen de los pilares que sostienen la democracia. Lo que Ione Belarra dijese en las tertulias que frecuentaba podría resultar una ocurrencia que formaba parte del espectáculo, pero que lo diga como ministra del Gobierno es preocupante.

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