Fotografía.

Fotografía. / Juan Antonio Muñoz Muñoz

Caballero Bonald pone como título, al volumen en que reúne la que él desea que constituya su obra poética completa, Somos el tiempo que nos queda. Ortega y Gasset, desde una perspectiva menos poética por más filosófica, sostuvo: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Reunidas ambas representaciones de lo que somos, tal entidad resulta de la obra del tiempo y de la determinación de las coyunturas. A Ortega se le dispensa la inconveniencia de que una definición incluya la cosa definida -el yo-, y el tiempo de Bonald no debe resultar la materia o razón de la vida, separada de los vivientes destinatarios de su curso, sino el tiempo que estos -los mortales por propia razón del tiempo- hemos de ocupar con provechosas razones, bastante más allá de dar tiempo al tiempo; es decir, emplearlo como mejor corresponda al vivir personal y social. ¿Viene lo antedicho a propósito de esta monumental fachada, convertida en pliego de mayúscula escritura -tómese el doble sentido-, o de las dos adornadas colgaduras en los balcones? Ya que el tiempo que nos queda siempre tiene término, dejar constancia de las circunstancias de su paso y representar simbólicamente en qué se ocupó es una manera de posteridad, después de haber estado y ya no estar.

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