Metafóricamente hablando

Las urnas vacías

Esa actitud de derrota previa, sin antes entrar en la batalla, ese desarme, no era más que una forma de reflejar la desesperanza

La leve brisa que se acababa de levantar, le erizó el vello. Aún estaba chocada por los últimos acontecimientos, las urnas casi vacías clamaban al cielo de la democracia. A lo largo de la historia, la rebeldía de la juventud, la fuerza y el empeño en hacer realidad sus sueños, atemperados por la templanza de los mayores, más experimentadas y conocedoras de las dificultades para lograrlos, habían ido conformando la sociedad en la que vivíamos: unas veces avanzaba con paso corto, otras iba en claro retroceso, y algunas de ellas, se transformaba de forma revolucionaria. La historia estaba llena de ejemplos de jóvenes que se sublevaban frente al orden establecido, enfrentados a sus padres y abuelos, y a todo lo que les era dado como una verdad inamovible. Ayer sucedió lo que se venía barruntando desde hacía años, ante unas elecciones, la juventud optó por el silencio. Las urnas casi vacías, delataban de manera clara, una rebeldía que en lugar de manifestarse de forma explosiva, se hacía patente mostrando su vientre desnudo a través de las paredes transparentes. Las papeletas que debían haber albergado, se mostraban esparcidas sobre las mesas, o en las cabinas, sin que hubiesen servido para manifestar su descontento, apostar por sus proyectos, o para decir a sus conciudadanos cómo eran las ciudades en las que ellos querían vivir. Y esa gran verdad, le había herido profundamente. Ha sido una norma no escrita, que los adultos se sientan dueños de la historia por haberla protagonizado, y que los jóvenes se alcen para decirles que los próximos capítulos los escribirán ellos. Y esa lucha generacional, esa tensión, es la que ha hecho posible que la sociedad avance. Esa actitud de derrota previa, sin antes entrar en la batalla, ese desarme, no era más que una forma de reflejar la desesperanza. Se había instalado en la mente de muchos, que los jóvenes pasaban de todo, que eran egoístas, que solo les preocupaba su ombligo. Pero ella sabía que eso era una gran mentira, que los jóvenes actuales son personas preparadas, preocupadas por el mundo que les rodea, combativas por revertir el curso de la historia y por conseguir un mundo más habitable, más respetuoso y equilibrado, que están dispuestos a luchar por su futuro. Lo que no habíamos conseguido los mayores, era su participación a través de los canales establecidos en los que no se sienten representados. Sintió en carne propia el dolor en las palabras de sus hijos y de los amigos de sus hijos, de las personas que gritan a cada paso sin que se sientan escuchados, del desencanto y la desesperanza de muchos jóvenes ante una sociedad sorda y ciega, ajena a sus necesidades, mientras sus sueños se van desvaneciendo, dejando en la cuneta una generación perdida. Va por vosotros y por nuestro futuro compartido!.

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