UD Almería I Sanse I Contracrónica

El Almería gana uno de los partidos que definen a un líder

  • Fallos, sí, dudas, también, pero el Almería saca adelante una tarde muy difícil ante un filial que le hizo tambalearse

  • Buenísima la actitud y la entrega con la que entraron los cambios, en los minutos de mayor zozobra

  • Crónica del partido

Sadiq bate a Ayesa a falta de un cuarto de hora para hacer el 2-1.

Sadiq bate a Ayesa a falta de un cuarto de hora para hacer el 2-1. / Javier Alonso

Los resultados de los rivales directos habían hecho menos dolorosa la derrota del pasado fin de semana en Ipurua. Una victoria rojiblanca ante la Real Sociedad B, algo a priori asequible para un aspirante al ascenso, devolvería a los de Rubi a lo más alto de la tabla clasificatoria, superando precisamente a un Eibar que parece haber metido la directa.

Por plantilla, los indálicos tenían que sacar el partido adelante. Con más o menos aprietos durante los noventa minutos, pero la victoria se tenía que quedar en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Sin embargo, había que superar el handicap de las rotaciones, puesto que a los de Rubi se les están viendo las costuras cuando tiene que echar mano del banquillo para refrescar al once titular. Las bajas de Ramazani y Robertone se notaron mucho en Ipurua y ante el filial donostiarra, el míster hizo cambios para repartir esfuerzos.

Recuperaba el técnico catalán a piezas que debían de ser importantes en el Almería, pero que en las primeras diez jornadas ligueras apenas han tenido relevancia. Akieme, Lazo y Curro, potencia por banda, disparo, gol y calidad en la medular. Tres hombres, junto con Nieto que daba descanso a Pozo, que deberían de estar derribando la puerta de la titularidad, pero no lo hacían. Disputaban minutos insustanciales al no sacar todo el potencial que llevan dentro. Este jueves tenían su oportunidad.

Lazo, fantástico en la asistencia y el remate del 1-0, imitó a Pozo en Eibar y repitió un error que el Almería debe de erradicar ya

Dicho y hecho, la primera bola que iba a tocar el gaditano se convertía en el 1-0. Bueno, concretamente la segunda. La primera fue un pase buenísimo interior a Sadiq, que se perdió como habitualmente hace en regates en el área chica, pero hay que reconocer que terminó saliéndole bien, puesto que puso un balón de gol al punto de penalti donde apareció Lazo. Eso es lo que se le pide a alguien que está en el banquillo, que salga con la ambición de ser capaz de cambiarle la cara al equipo. Y el extremo gaditano hizo algo que se echó mucho de menos en el último partido y medio (segunda parte ante Las Palmas y Eibar): verticalidad y disparo. Lástima que sólo fuera un espejismo.

Habían comenzado bien las cosas, pero a la Real Sociedad poco le iba a afectar el tanto. Es lo que tienen los filiales, que no les afectan tanto los golpes en los partidos y el puñetazo sobre la mesa moral no suma. Los de Xabi Alonso iban a disputarle el balón a los de Rubi, no iba a ser un partido plácido si el Almería no mantenía la tensión con la que había comenzado. De hecho, dos magníficos centros laterales desde la izquierda a zona de gol a punto estuvieron de significar el empate.

Pozo se resarció del error en Eibar con el tercer gol ante el filial. Pozo se resarció del error en Eibar con el tercer gol ante el filial.

Pozo se resarció del error en Eibar con el tercer gol ante el filial. / Javier Alonso

Dicho y hecho también. El tercer centro lateral, el peor de todos, el propio Almería se encargó de convertirlo en una asistencia maravillosa. Primero Carriço pecó de falta de contundencia, después Lazo cometió el mismo error que Pozo en Ipurua: puso un balón que se perdía en el segundo palo en los pies de Magunazelaia, que estaba solo en el punto de penalti. ¿Cómo puede tropezar dos veces seguidas este equipo en la misma piedra? Posiblemente no haya una explicación táctica ni técnica, sino malas decisiones que son las que al final marcan las diferencias.

Al Almería sí le afectan estos golpes, a diferencia de su rival. Vuelven los viejos fantasmas defensivos de un equipo que no es capaz de mostrarse férreo. Los rojiblancos suelen reaccionar bien a los goles rivales, pero no deberían de dar pie a que se produjeran estas situaciones. El balón volvió a ser del Almería, que nunca debió de perderlo en ventaja, pero acostumbra a hacerlo y permite que los rivales se les suban a las barbas. Incluso los propios rojiblancos se empeñan en arrancársela a jirones a base de errores propios atrás. Con mucho dominio, insulso y carente de peligro por la obligación de asistir continuamente a Sadiq, acabó la primera parte. O cambiaba mucho el Almería o la segunda parte se le podía poner ideal al Sanse para una contra.

De nuevo las lesiones golpean: Samu se fue con molestias, Babic con mareo y a Villar se le salió el hombro

Esa sensación dio tras el descanso. El Sanse tenía el control real del partido. No necesitaba tocar y tocar de forma estéril, le bastaba con sacar de atrás bien el balón y esperar a que el Almería volviera a regalar. Lo hizo Carriço a los 57 minutos, con una cesión comprometidísima a Fernando, cuyo despeje in extremis cayó en los pies de Djouahra que falló a puerta vacía. Y lo poco que creaban los rojiblancos, normalmente por la candidez donostiarra, Sadiq se encargaba de sacar de quicio al Mediterráneo. Cualquier cosa podía pasar, el Almería no daba la imagen de equipo sólido pero sí iba a acertar cuando debía de hacerlo.

Con el partido abierto, demasiado abierto por ambos bandos, los rojiblancos iban a dar el mandoble que a punto habían estado de recibir. El descaro y la falta de miedo realista, le vinieron de fábula a los de Rubi, como también la actitud con la que salieron al campo varios de los suplentes, entre ellos Juan Villar. Dos recuperaciones en salidas de riesgo del Sanse, dos jugadas de ataque letales rojiblancas y 3-1, con gol de Sadiq y, ahora sí, asistencia del propio delantero para Pozo.

Liderato, con sufrimiento y dudas. Tiene mérito que sin ser un equipo regular y contundente, esté en lo alto de la tabla. Pero ojo que pocos rivales habrá tan despreocupados en defensa como los de Xabi Alonso, por lo que en partidos así hay que evitar asistir a los delanteros contrarios.

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