UD Almería I Real Valladolid I Contracrónica

¡Quién no le abre la puerta de la historia al Almería!

  • Séptima victoria consecutiva con partidazo inclusive para remontar al tercero Valladolid, al que distancia a doce

  • Más allá de los puntos y del récord, es que el Almería transmite la sensación de equipo imparable

  • Vídeo resumen del partido

La afición hace la ola para celebrar la victoria.

La afición hace la ola para celebrar la victoria. / Javier Alonso

Era el partido. El partido en el que el Almería podía dar un puñetazo sobre la mesa. El partido en el que el Almería podía alcanzar siete victorias consecutivas. El partido en el que el Almería podía ser el primer equipo en sumar 40 puntos en 17 jornadas. El partido en el que el Almería podía distanciarse hasta por doce puntos de su rival, el Valladolid, que ocupaba la tercera posición. El partido... en el que con tantos alicientes los más pesimistas veían que tocaba perder.

Podía ocurrir, al final las rachas no son eternas y antes o después por estadística había que dar un patinazo. Enfrente, además, un Valladolid llegaba en buen estado de forma y que iba a discutirle el balón a los rojiblancos, algo que hace que los de Rubi siempre estén incómodos. La fresca tarde del sábado se presentaba para mezclar pasión con nervios.

No pudo empezar peor la cosa la verdad. Siete minutos, pérdida fácil en la entrega de Samú y contragolpe que acaba en el 0-1. Los rojiblancos no habían salido con la tensión que pedía el partido y facilitaron que los pucelanos se adelantaran en el marcador: regalo, mal repligue y gol en propia puerta. Weissman la puso y De la Hoz tocó con la espinilla para acabar con el récord de imbatibilidad de Fernando. La exigencia del choque se multiplicaba y el Almería había comenzado con la pierna izquierda.

Momento del gol del Valladolid. Momento del gol del Valladolid.

Momento del gol del Valladolid. / Javier Alonso

La reacción rojiblanca fue mejor que el comienzo del partido, a los de Rubi les había escocido el zarpazo y se metieron de lleno en el partido. Arnau tuvo el empate, pero chutó el muñeco. La afición aplaudía, había que meterle una marcha más al partido e ir provocando que el Valladolid se fuera metiendo atrás. Lo consiguieron mediada la primera parte, el partido estaba para el empate pero le faltaba remate al equipo, no terminaba de generar ocasiones claras pese a vivir en campo rival. Arnau, el más incisivo, lo volvía a intentar desde lejos.

Clara expulsión de Plano

Con balón, el Almería estaba creciendo y el Valladolid se sentía incómodo pese a mandar en el marcador. Pasada la media hora, un entradón de Plano revisado por el VAR dejó a los visitantes en inferioridad. La posesión rojiblanca se iba a triplicar, si a Pacheta le cambió los planes esta justa expulsión, no menos a Rubi que iba a necesitar más calidad entre líneas para abrir las líneas rivales y generar.

Los cambios fueron los esperados, Portillo y Ramazani al campo. Tocaba presionar, asfixiar y que Sadiq se enchufara. Al que se veía enchufado desde el inicio era a Ramazani. Bueno, realmente el equipo entero había comenzado como un tiro la segunda parte, el empate se olía, debía de caer. Y cayó con la misma fortuna con la que el Valladolid se había adelantado. El huercalense Joaquín desvió un gran disparo de Ramazani para poner el 1-1. El belga le había dado una marcha más al Almería, el pequeño extremo belga y Sadiq a punto estuvieron de poner en franquicia a los rojiblancos, eran los minutos claves del partido, los que había aprovechar para evitar que el Valladolid cogiera vida, tan solo resuello.

Decaído el rebufo del empate, los de Rubi necesitaban tranquilizar el juego, trenzar algo más las jugadas porque el ida y vuelta que se había instaurado estaba favoreciendo a los de Pacheta. Demasiado disparo mal escogido, demasiadas prisas en los ataques. Había tiempo para mover y descolocar a un rival que había vuelto a coger el pulso al choque tras la expulsión.

Latigazo de Akieme para desnivelar

Lo entendió Akieme, un nuevo cambio de Rubi. El lateral rompió líneas y descolocó a los pucelanos. Ahora sí, bien posicionado y con la posibilidad de disparo que le había dado el regate, se sacó un trallazo para superar la mano blanda de Roberto. 2-1 y el estadio, ahora sí, estallaba. No era para menos, el Almería estaba demostrando el por qué de su liderato y transmitía, enganchaba, provocaba que la ola volviera a recorrer el Mediterráneo.

Por delante todavía 20 minutos. Era difícil echarle formol a un partido con las pulsaciones tan altas, sobre todo cuando el Almería había acumulado tanta gente arriba. Había que sentenciar o iba a tocar sufrir. Tenía pinta de lo segundo, pero ocurrió lo primero. Lógico y normal cuando un delantero tiene espacios, los genera y no se ciega con el disparo. Así Sousa. El brasileño recibió en el área grande y filtró un pase de escándalo a Portillo para sentenciar. Si no, estaba Sadiq detrás. La cuestión es que los goleadores, a veces, aportar más levantando la vista que poniéndose unas anteojeras y sólo mirando a portería.

Portillo celebra con Sousa el tanto del 3-1. Portillo celebra con Sousa el tanto del 3-1.

Portillo celebra con Sousa el tanto del 3-1. / Javier Alonso

Final del partido y comienzo de la fiesta. La ovación de los aficionados atronó en toda la ciudad. Tres puntos para hacer historia, pero lo mejor es la sensación de que el equipo quiere más.

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