Triatlón

Entrenamiento a la sombra de Jairo Ruiz

Precioso claroscuro de Jairo Ruiz en la playa tras acabar la  sesión de natación.

Precioso claroscuro de Jairo Ruiz en la playa tras acabar la sesión de natación. / Javier Alonso

A Jairo se le hace de noche frente a los espigones que cierran la playa del Zapillo. Normal, tras dos meses sin poder entrenar la natación, ahora vuelve a disfrutar de la prueba “más desagradecida a nivel técnico”. A su alrededor no hay nadie. Está solo en la orilla, sólo su compañero de entrenamiento, con el que mantiene la distancia de seguridad, ve cómo mira al infinito. Como si la mirada hacia la costa africana le llevara hacia Tokio, un sueño que no va a consentir que la pandemia le arrebate.

“Estoy muy ilusionado con los Juegos, me alegró mucho la decisión de haberlos suspendido este verano porque una competición de esta magnitud, no se puede hacer en estas circunstancias. Si salimos de esta situación, me encantaría que se celebraran los Juegos, Japón se lo merece porque ha hecho un gran trabajo con todas las instalaciones”, dice el paratrialeta almeriense, que en breve volverá al CAR de Madrid para seguir su entrenamiento de calidad.

Mientras tanto, Jairo disfruta del placer de entrenar en su tierra. Le gustaría sentir la calidez de la gente en el Paseo Marítimo, pero es momento de ser responsable consigo mismo y con los demás. Al final, la soledad no le gusta al deportista, acostumbrado al ánimo del público en las diferentes pruebas en las que compite a lo largo de la temporada. “Los profesionales podemos salir a cualquier hora del día y desplazarnos a cualquier sitio de la provincia. Lo que hago es coger el coche para no correr en el Paseo Marítimo, me voy a sitios apartados, también con la natación y la bici. Uso los horarios en los que no se permite hacer deporte a la población general. Si no, sería difícil mantener la distancia de seguridad”, algo que trata de hacer a diario, para evitar al dichoso coronavirus.

Normal, un contagio puede dar al traste con la planificación física de su temporada, ya trastocada este año con el estado de alarma. “La mascarilla la uso desde el primer día para ir a los sitios cerrados, como la compra. A partir de ahora, también para salir a la calle cuando no pueda mantener la distancia de seguridad. Entrenando no puedo llevar, sería hasta peligroso porque no entra la capacidad suficiente de oxígeno. Tendría que entrenar a un 40% porque correría el riesgo de desmayarme”. La normativa, además, excluye a los deportistas de llevarla, por el claro riesgo físico que supone.

Realizando carrera en el Parque del Andarax. Realizando carrera en el Parque del Andarax.

Realizando carrera en el Parque del Andarax. / Javier Alonso

Mientras estira y trata de descontracturar una musculatura que pronto estará fuerte, Jairo recuerda el período más raro que hemos vivido los españoles en los últimos cien años. Desde la Gripe Española, la población no tenía que resguardarse en su casa de un enemigo tan pequeño como mortal. Dos meses largos para todos, especialmente para enfermos, sus familiares y para todos los sanitarios. Los sanos han tratado de llevarlo de la mejor forma posible. “Los primeros días fueron muy duros. De repente parar en seco cuesta mucho, sobre todo a nivel psicológico. Además, en el horizonte todavía tenía los Juegos Paralímpicos de Tokio, que no se habían suspendido todavía. Eso nos causaba mucha inseguridad porque veíamos que no llegábamos. Cuando los suspendieron, nos quedamos mucho más tranquilos”.

Dentro de lo inverosímil que es cambiar el escenario de una carrera por las cuatro paredes de una casa, Jairo ha podido sudar sobre el rodillo de una bicicleta y en una cinta de correr. “El Comité Paralímpico estuvo muy atento a los acontecimientos y nos gestionó material de cadenas de gimnasios que habían cerrado. Tenía claro que no quería ganar nada, sino retrasar la pérdida del estado de forma. Y para el trabajo de fuerza he tirado de ingenio, con garrafas de agua, flexiones en el salón... Lo que sí es verdad es que he estado dos meses sin tirarme al agua, que encima es el deporte más desagradecido a nivel técnico. Ahora estoy empezando a hacer las primeras salidas, muy despacio porque hay que tomarse este desconfinamiento como la vuelta de unas vacaciones largas”, dice el almeriense mientras termina de quitarse el traje de neopreno con el que se ha sumergido y encara la vuelta al coche, aparcado en la zona de El Palmeral.

Horas antes, Jairo había entrenado la carrera en el Parque del Andarax. Las siete menos veinte de la tarde, hora todavía no permitida para el aficionado popular, por lo que el paratliatleta y su compañero de fatigas pueden correr sin riesgo. Unos cuarenta minutos de trote a buen ritmo, muy alejado de las pulsaciones habituales. No es momento de batir marcas, sino de ir acostumbrando a la musculatura a lo que viene en las próximas semanas. Entrenamientos cada día más duros, para prepararse para las competiciones. Si las hubiera, claro.

“Alguna prueba en España sí me gustaría hacer, viajar fuera va a ser muy complicado. Si hubiera algún Campeonato de España o alguna prueba popular de buen nivel, cogería el coche y me iría a competir, no tengo miedo. En este sentido, la Federación Española de Triatlón ha sacado ya una guía para los organizadores, para proteger a corredores, organizadores y público. Cumpliendo las medidas de seguridad, creo que se van a poder hacer las cosas bien”, asegura el almeriense, con la mínima paralímpica lograda para Tokio, y con la intención de comprarse el billete de avión cuanto antes hacia tierras asiáticas: “Estoy muy ilusionado con los Juegos, me alegró mucho la decisión de haberlos suspendido este verano porque una competición de esta magnitud, no se puede hacer en estas circunstancias. Si salimos de esta situación, me encantaría que se celebraran los Juegos, Japón se lo merece porque ha hecho un gran trabajo con todas las instalaciones”.

Zambulliéndose en las aguas del Zapillo. Zambulliéndose en las aguas del Zapillo.

Zambulliéndose en las aguas del Zapillo. / Javier Alonso

Termina de anochecer. Si la Oreja de Van Gogh cantaba “Que recordarás, las noches de invierno por Madrid...”, Jairo tiene claro que desde la capital de España va a recordar estas tardes en las que Almería le ha ofrecido la mejor primavera para volver a poner el motor a punto. Un año y pico para los Juegos todavía, pero con el permiso del coronavirus, comienza la cuenta atrás hacia la medalla.

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