Los criterios de noticiabilidad eran objetos de estudio en la facultad, encontrándose entre estos el interés público y el interés del público. El sensacionalismo era otro de los temas recurrentes y lo de si era más noticiable que el perro mordiese a un humano o que éste hiciese lo propio con el can. Uno de los debates más interesantes se centraba en si es el lector el que demanda los temas o éstos son ofrecidos directamente por el periodista o intruso. El paso de los años y la explosión de internet ha despejado la última cuestión, con asuntos totalmente irrelevantes, pero que se venden como churros, alcanzando los mayores pinchazos temas banales como dónde se encuentran de vacaciones los futbolistas de tal equipo.

En clave futbolística, sí es plausible tratar otros asuntos relacionados sobre la violencia verbal y física que se da semana sí y semana también. De hecho, se cumple esa función de denuncia tan importante para el Periodismo. Lo que falta es capacidad crítica, posiblemente como consecuencia de los programas educativos y, sobre todo, de lo poco que se lee hoy en día. Y que el padre de joven jugador pegue al entrenador no el árbitro no significa que todos los familiares sean violentos.

Si bien es cierto que la cultura del insulto y de la crítica sin fundamento está instaurada en el fútbol, donde todos entienden, estoy convencido de que por cada oveja negra hay nueve blancas. Porque el ruido siempre suena más que el silencio por mucho que las cantidades sean bien diferentes. Llevo tres temporadas con el mismo grupo de padres en mi función de entrenador y no he encontrado esa violencia que se supone que está tan instaurada en las categorías inferiores. Respetan la labor de los entrenadores, lo que haga el colegiado es sagrado, las órdenes a los jugadores son nulas, no contaminan nada y su educación es exquisita. Porque sí hay ovejas blancas. O quizás es que son las negras...

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