Agraviados muchos

Me complace decir que cuando tengo que salir a comprar el ambiente que se vive es sereno y respetuoso

Cabreados algunos. Suena demasiado simplista, demasiado facilón. Pero es la impresión que tengo del ambiente que me rodea. Si empezamos con los agravios, hay muchos colectivos que se sienten dañados gravemente en sus intereses y reclaman la correspondiente compensación o ayuda. Es algo normal en cuanto el cese de la actividad económica repercute en el modo de vida de casi todos los españoles. Es verdad cuando se dice que todos vamos a salir afectados y que todos vamos a perder. El problema está en determinar quiénes son los más afectados y quiénes los que más ayuda necesitan. Como no es fácil, todos se esfuerzan en presentar su situación como insostenible y muestran sus razones. Y siempre, en la cadena de auxiliadores, el primer (o el último) eslabón es el Estado. Como dice Múgica, "ahora que las papas queman todos se acuerdan del Estado". Y me recuerda aquel anuncio bastante machista cuando a un padre de familia le preguntaban: "¿Y a usted quién le da la mano?" ¿Quién le da la mano al Estado? Tal vez cuando esto acabe habría que reconsiderar la entidad del Estado y su mantenimiento. Y por otro lado están los cabreos. Me complace decir que cuando tengo que salir a comprar el ambiente que se vive es sereno y respetuoso. Me recuerda lo de la canción de Jarcha "yo solo he visto gente muy obediente hasta en la cama". Por lo menos no se muestran cabreados y nada sé de si están o no enfadados, aunque alguna reacción generalizada (el caso de la salida de los niños) está justificada y permite rectificaciones. Ahora bien, cuando me he asomado a las redes sociales y atiendo lo que dicen medios de comunicación y algunos políticos la situación es bien distinta. Como si fuera otro cuerpo social. Ahí sí que aparecen los agravios. Y se regurgita bochornoso malhumor. Aquí se podría aplicar el famoso principio de acción-reacción. Casi todas las acciones del Ejecutivo parecen ser respondidas con una fuerza equivalente a su importancia y en sentido contrario. Sé que las redes sociales son escasamente representativas del sentir de la mayoria de los ciudadanos. Pero es bochornoso leer la cantidad de improperios y amenazas que se dirigen a cualquier persona que está tomando decisiones. Descalificaciones globales sin más contenido y sentido que la inquina. Y algunas de las respuestas que se encuentran en bastantes medios de comunicación con mayor o menor presencia en el mundo de la prensa no le van a la zaga.

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