Entramos en una semana laboralmente importante. Desde que se inició la pandemia, cada tres, o cuatro meses si pilla diciembre, la última semana del ciclo vuelve a llenar de contenido laboral la actualidad. Especialmente para los autónomos que aún perciben la prestación por cese de actividad covid y para los trabajadores por cuenta ajena que siguen en ERTES.

Llegará un día en que no habrá que estar atentos a esa última semana. Se supone que será cuando se haya culminado la siguiente reforma laboral, que aunque se llame de derogación de la anterior, en realidad es otra reforma más. De hecho todas -llevamos más de 50- derogan algo anterior y añaden algo nuevo. Esa reforma contemplará -lo que está muy bien- un mecanismo de sostenibilidad en el empleo (MSE) como medida estructural del mercado de trabajo para las situaciones de crisis. Todos lo seguiremos llamando ERTES, como aún hay quien llama PRYCA al Carrefour. Pero, hasta entonces, tenemos que prestar atención al último minuto. Como es tradición, se llega al final de la prórroga de los ERTES, sin acuerdos pero con avances, lo que significa que al final habrá un acuerdo para tirar un poco más hacia adelante.

Ese adelante es final de enero de 2022. Mientras, como no da tiempo, se prorrogará un mes más la situación actual y de noviembre a enero la nueva. Los trabajadores por cuenta ajena son más y, parece que los ERTES lo fueran todo. Pero existen los trabajadores autónomos, cuya importancia en una economía como la nuestra es muy apreciable. P hay un final de trayecto. La idea que se aprobará -parece ser, que luego esto cambia en el último momento - es que la prestación que para entendernos llamamos extraordinaria, solo la cobren quienes tienen suspendida su actividad y los de temporada (los feriantes, por ejemplo). En Almería había 3.000 perceptores en agosto. Se plantea, entonces, la cuestión de los autónomos zombies (aquí, zombies hemos sido todos, desde bancos a quienes no hemos tomado café por la mañana). Es claro que existen empresas que no sobrevivirán a una crisis que se ha alargado más de lo previsto y que la vuelta a la normalidad -ya los cierres perimetrales, toques de queda y asimilados parece claro que son historia- supondrá su desaparición. El momento de retirar las ayudas, sin embargo, puede determinar que desaparezcan más de las que lo hubieran hecho si el momento fuera otro. El Gobierno pues, tendrá que ser cuidadoso.

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