Esta columna de hoy no se pregunta si ingresan más mujeres que hombres en las UCIS, sino en cómo se ha visto afectado el mercado de trabajo en nuestra provincia según el género. En la crisis anterior fueron los hombres los que más padecieron la pérdida de empleo.

En Almería, en agosto de 2008, por primera vez, el número parados superó al de desempleadas, ya que fueron sectores muy masculinizados como la construcción los que sufrieron el golpe de la gran recesión. Mientras, para compensar la perdida del, normalmente, sueldo principal del hogar, hubo una incorporación importante de mujeres al mercado laboral. En profesiones peor remuneradas, es cierto. ¿Cuándo empezó a cambiar la situación, esto es, en que momento el desempleo femenino volvió a superar al masculino? En la recuperación.

¿Es distinto ahora? Por una parte, hay mujeres que no han abandonado su empleo, pero si que estando desempleadas no se incorporan a la búsqueda de un puesto de trabajo por cuidar a sus hijos si se cerraban colegios y, también, porque cuando hay personas en ERTES, la incorporación de estos a la actividad va por delante de nuevas contrataciones. Y estas, a su vez, se han detenido en espera de acontecimientos. Las mujeres que solían tener contratos temporales en sectores como los hoteles son, por tanto, parte de las grandes perjudicadas por la pandemia laboral.

Lo que ocurre es que no solo las mujeres, también los hombres con empleos temporales en hostelería, sobre todo jóvenes, están viendo afectadas sus posibilidades de empleo. Así que mejor verlo con algunos datos. Los de paro nos dicen que en comparación con el año pasado el total de hombres en paro era superior en un 23% a los del año pasado, mientras que el de mujeres lo era en un 20%. Entre 2018 y entre 2019, el desempleo masculino bajó un 4% y el femenino un 2%. Es decir, parece que cuando el empleo crecía -la recuperación- este beneficiaba más a los hombres y que, una vez más, en Almería las crisis las soportan mejor las mujeres. Y ello lo vemos también en los ERTES. En mayo, las mujeres suponían el 52% de todos los afectados. Cuando se produjo una recuperación, las mujeres llegaron a ser el 61% de las personas en ERTE (agosto) y con la segunda ola, se vuelve a porcentajes similares a mayo, un 52,5% de quienes están afectados por un ERTE son mujeres. La conclusión sería que, pese a las grandes diferencias entre la crisis anterior y esta, laboralmente hablando las mujeres las resisten mejor, pero tienen más dificultades para beneficiarse de las recuperaciones.

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