Tentado estuve de coger un artículo de esta sección, que escribí en 2015 y reproducirlo. Pero no, y no solo porque el director del Diario tal vez se diese cuenta. Sigo creyendo que la utilización de los decretos-leyes, rebaja la calidad de la democracia, pero hay que actualizar el artículo. Cuando lo redacté, me preguntaba si interesaba el tema. Y, ya ven, #decretoley, es de tendencia en Twitter.

Opino igual, ya digo, pero la situación ha cambiado. Pedro Sánchez, era entonces secretario general de un partido socialista, cuyos dirigentes vivían en el temor de verse superados por Podemos. Más, la fortuna para unos es una madre y para otros una madrastra. En Pedro Sánchez está resultando una madre. Únanla a su notable capacidad de resistencia y ahí le tienen, en La Moncloa. El azar y el destino.

En los cambios siempre se pierden cosas, puede ser cuadro y muchas veces, en política, la memoria. No memoria histórica, la inmediata, la de ayer como quien dice. ¿A qué afecta, primero, ese olvido? En quien gobernaba a la forma como gobernó. En concreto, en este caso, al uso del decreto-ley. Los populares han pasado a la oposición, borrón y cuenta nueva. Recordemos, no obstante. En 2012, con mayoría absoluta en las Cortes, el Gobierno aprobó 28 decretos-leyes; en cada uno de los dos años siguientes 17; en 2015 11; en 2016 sólo 7-bien es verdad que en funciones no se puede- y 21 en 2017. Hubo de todo: desde la reforma laboral, al que quitó las pagas extras a los funcionarios, o el que recortó el desempleo.

Como epílogo de esa forma de Gobierno, no acaban de cerrar la puerta de salida y el Tribunal Constitucional anulaba uno de esos decretos-leyes, de 2013, que exigía el requisito de falta de rentas en la familia para cobrar al subsidio por desempleo para mayores. Cinco años después Un plazo largo y así, cuando resuelve, solo crea más problemas.

Esa sentencia con las que se despide al anterior Gobierno resulta una advertencia para el actual. Dice que ni siquiera analiza la relación entre la urgencia que define el decreto y las medidas con las que la quiere solucionar, porque, no se "aportó una justificación suficiente de la urgencia". Y por esto, caen los decretos leyes. No por la oportunidad política de la decisión, que corresponde al Gobierno, y al final es de lo único que se está debatiendo: ¿es oportuno sacar a tu ya sabes de su última residencia con vistas a la sierra? No, ese no es el debate, el debate es la urgencia. Por ahí caen los decretos. ¿Cómo evitarlo? Tramítenlos después, mientras se aplican, como proyectos de ley urgente.

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