Libertad Quijotesca

Delibes, observador de la realidad

Delibes nos regaló El Hereje para que nos interesáramos, y comprendiéramos mejor, de donde venimos

Miguel Delibes Setién nació en Valladolid, el 17 de octubre de 1920, el mismo año en el que falleció Galdós. Tenía quince años cuando estalló la Guerra Civil que asoló España a sangre, fuego y odio. Estudió Derecho y Comercio; en 1944 aprobó las oposiciones a la Cátedra de Derecho Mercantil de la Escuela de Comercio. Paralelamente desarrolló su pasión por el dibujo, especialmente la caricatura, de modo que a sus 20 años se presentó en la redacción del periódico vallisoletano El Norte de Castilla. Delibes dijo: "Creo firmemente que la verdadera escuela de periodismo es un periódico de provincias, donde lo mismo redactas un día una necrológica, que un suceso". Su esposa, Ángeles de Castro fue decisiva en su vida. Optimista y emprendedora, le animó a viajar y a escribir. Su muerte en 1975 fue un golpe muy difícil de conllevar y que plasmó en Señora de rojo sobre fondo gris: "Una mujer que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir". Amaba la naturaleza y la caza, y decía: "No me gusta conversar con la gente a codazos". Fértil obra literaria desde La sombra del ciprés es alargada (1948) hasta El Hereje (1998) donde siempre quedó patente su compromiso moral con la dignidad en la vida. La primera novela de Delibes que leí fue El camino (1950), mientras cursaba la segunda etapa de la EGB. Luego Los santos inocentes, publicada en 1981, obra que dedicó a Félix Rodríguez de la Fuente. Mario Camus adaptó la novela para el cine. En mayo de 1984 Alfredo Landa y Paco Rabal obtuvieron el Premio de Interpretación en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Encarnaron a Paco y Azarías de manera brillante y conmovedora. Siempre es inspiradora y admirable, la sutileza y hondura con las que Delibes construye los personajes de sus novelas. Y llegó El Hereje. Cipriano Salcedo y Minervina me acompañan desde que los conocí. Amo este libro porque habla de lealtad, de plantar cara a la intolerancia, la injusticia y la mentira. Delibes revistió a Cipriano de un valor que conmueve hasta lo más profundo de nuestro ser. Minervina fue la persona que estuvo con él en los momentos cruciales de su vida; quien lo amó. Al final del discurso que pronunció cuando le fue otorgado el Premio Cervantes (1993) dijo: "Yo no he sido tanto yo, como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena medida mi biografía".

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