Elecciones

Tú esperas que quienes se presentan a los comicios expliquen a quienes vamos a elegirlos lo que pretenden hacer

Elegir significa escoger entre varias opciones. En las elecciones, cuando ejerces tu derecho al voto, participas voluntariamente en un proceso para determinar, entre una pluralidad de candidatos, quienes son los que van a ocupar los cargos en una democracia representativa. Convocado un proceso electoral, hasta el día de la votación se sigue una dinámica que te resulta cada vez más tediosa.

Tú esperas que quienes se presentan a los comicios expliquen a quienes vamos a elegirlos lo que pretenden hacer una vez conseguida nuestra confianza, expresada en términos de votos. Y en vez de propuestas, sueles encontrar consignas, repetidas una y otra vez, sin calado, y basadas fundamentalmente en recordar lo mal que lo hacen los otros, pero sin establecer qué van a hacer los unos. Y aunque no comulgues con todas sus ideas, te acuerdas de aquel maestro que vivía la política con pasión, con corazón y con cabeza, que andaba como un profeta en el desierto pidiendo programa, programa, programa, y que tropezó, como otros después, con el bipartidismo que parece regir nuestras relaciones.

Si consigues entender, entre el ruido de las soflamas, cuales son las iniciativas que van a llevar a cabo aquellos a quienes das tu voto, e incluso, las de los que no has votado, pero han conseguido, de acuerdo con las reglas del juego, alcanzar la capacidad de desarrollarlas, el estupor es aún mayor, porque una vez asida la sartén por el mango, de lo prometido no queda nada, y se acaban desarrollando actuaciones que nunca se pusieron sobre la mesa, o lo que es peor, que se aseguró antes de la celebración de la elección que en ningún caso se realizarían, convirtiéndose así todo el proceso es una especie de lotería, en función de los resultados y los pactos, y acabas preguntándote hacía dónde vamos.

Y no ayuda a que lo entiendas que unos y otros se dediquen a criticar lo que hacen los demás, sin que parezca que exista una mínima reflexión sobre qué acciones sería posible llevar a cabo en alguna cuestión concreta, porque para todo en la vida existe un término medio, menos para nuestros políticos, que resultan incapaces de encontrar los caminos para cruzarse.

Hoy hace 85 años que murió Antonio Machado, y viene a tu mente aquello de helarte el corazón, y piensas que hay esperanza, y que todavía importa no equivocarte en la elección, aún sabiendo que nunca sabes qué va a pasar con tu voto.

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