La tapia del manicomio

Horóscopo simpático

Muchos lectores se pasan al audiolibro para no tener que hacer el esfuerzo de pasar páginas y gastar retina

Hace años que nos enteramos por un amigo, director de un periódico a la sazón, de que el horóscopo siempre se le encargaba al último becario llegado a la redacción. Está claro que se valoraba la ignorancia y la inexperiencia como cualidades personales idóneas para analizar el futuro. Y, a la vez, el ejercicio de la adivinación/invención del futuro era una herramienta primordial para la formación del futuro redactor de noticias económicas, políticas, deportivas o de cualquier otra índole. Siempre ha sido fundamental a la hora de enfrentarse a la página en blanco por parte de los escritores de ficción (o de autoficción, que tanto se lleva ahora). Alguien podría aducir que el periodismo no es escritura de ficción y, en parte y dentro de lo ingenuo de la alegación, tendría razón. Lo que pasa es que, ante la proliferación -y hasta inflación- de medios virtuales de tan fácil utilización por parte de cualquier mindundi o de profesionales de la intoxicación, hasta los medios más serios acaban contaminados, bien por la necesidad de hacer frente a la competencia o bien por escasez de tiempo y personal para elaborar las noticias con todas las exigencias de antaño, como contrastar fuentes y otras fruslerías. Quizá sea un signo más de estos tiempos: muchos lectores se pasan al audiolibro para no tener que hacer el esfuerzo engorroso de pasar las páginas y gastar retinas. En vez de ir al cine se miran (que no es lo mismo que ver) series en la pantalla del móvil o la tableta. En vez de escuchar una buena grabación en un equipo de sonido decente, se oyen maquetas caseras amplificadas por -otra vez- el móvil. Y el lector de periódicos (o de noticias, hablando en sentido amplio) se conforma con leer de pasada los titulares, muchas veces sin discriminar si los está leyendo en un medio serio o en un chiringuito de bulos, rumores y cotilleos. Así que los periodistas serios y profesionales lo tienen bastante crudo. Dentro de poco se habrán extinguido igual que va desapareciendo el pequeño comercio "gracias" a que los consumidores compran en Amazon. Es esa misma comodidad la que se va cargando el comercio, las salas de cine, los estudios de grabación de categoría…y, como se descuide Gutenberg, pronto acabará con las imprentas. No queríamos acabar escribiendo una elegía, pero se ve que la edad provecta es proclive a estas reflexiones. Otro lunes estaremos más jocundos.

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