Máximos y mínimo

Almenos en la novelita no nos cuentes tu vida y novela al cesar que solo muere después de haber conseguido ser inmortal

Querido M. Huerta: Nunca me voy a aclarar si es Máxim o Maxim y creo que a toda la población española le pasa lo mismo y esa duda retrotrae la memoria cada vez que permaneces en el inconsciente colectivo del mundo inhóspito de los nombramientos. Quizás no te dijeron que si aparecía un quítame allá esas pajas tú te hicieses el indolente hasta que el partido te dijese ya, pero mientras tanto había que negar lo evidente ya seas ministro, secretario, portavoz, presidente o sujetavelas con nombre y apellidos públicos. En el promiscuo mundo de las aceptaciones de cargos, letreros de puerta y espacios televisivos, los despachos lúgubres no tienen piedad con la honestidad sobrevenida y gana el que no se va hasta que los esforzados bedeles remotos vienen con el caldero de agua caliente intempestiva y la desgracia siempre les llega con un sillón de consejo de administración, un consulado de postín o un secretariado anónimo bajo el brazo, pero nunca, nunca un espacio televisivo en el cementerio de elefantes llamado tve. Toda vez que el mayor emporio televisivo español llamado Cuéntame salta por los aires cargado de lingotes de oro y cambios de criterio fiscales, el resto de la parrilla vive en ese mundo precario y anodino a la sombra del aparato circense que pernocta en la audiencia y en las rotativas del maquillaje. Y si encima pandemia tempora sueltas sin que nadie te haya preguntado que te han dicho que se te causa baja en ese espacio televisivo sin pandereta, pulla y disparos a la línea de flotación que presentabas como si fuese una reunión de acera al fresco y dices que te vas por donde has venido a continuar una novelita ahora que el mundo editorial y el mundo en general, zozobra, en vez de convocar cataclismos y querellas es que no has terminado de captar la idea, Maxim o Máxim. De escritores honestos está lleno el mundo de las facturas sin pagar, de los que no tienen manta de la que tirar y si la tuvieran, por honestidad ni la mencionarían metiendo en el hoyo en el suelo de la honestidad la cabeza de avestruz honesta y cabizbaja. No entiendes que las tribus de los adláteres viven de comerse a si mismos y en su canibalismo postmetedura de pata gana el que tiene la cara con más densidad de cemento y a eso lo llama resiliencia. Hazme un favor y al menos en la novelita no nos cuentes tu vida y novela al cesar que solo muere después de haber conseguido ser inmortal.

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