Un nuevo hallazgo ha hecho la filología española. Cuando creíamos que el gran descubrimiento fue el del Cantar del Mío Cid por Menéndez Pidal, ahora se ha demostrado la existencia de un oficio literario medieval equiparable a las ya conocidos Mester de Juglaría y Mester de Clerecía. Parece que están dudando en llamarlo Mester de Pillería o Mester de Choricía. A pesar de que podría parecer que pillería es lo mismo que la muy conocida picaresca, de brillante ejecutoria en nuestra literatura, este nuevo Mester recién descubierto tiene matices que lo diferencian de la simple picaresca. La fundamental es el afán de lucro, pero lo que más lo diferencia es que sus ejecutores son ya ricos de por sí y no pertenecen al lumpen del Siglo de Oro (y admítasenos el anacronismo). Además tienen "a su favor" que han tenido la habilidad de conseguir el apoyo del poder (léase José Mari Aznar) para ejecutar el choriceo o pillería. También podría parecer que los practicantes de este nuevo Mester son solo un derivado del antiguo Mester de Clerecía. Craso error. Aunque es cierto que ambos pertenecen al clero, aquellos medievales solo aspiraban a conseguir "un vaso de bon vino" y/o "aver juntamiento con fenbra plazentera". Mientras que estos clérigos de hoy a lo que aspiran es a llenar la faltriquera. Lo que no quiere decir que renuncien a lo demás, pero eso ya…cada uno a su avío y no es el tema de hoy. Antes de que el proemio se nos coma todo el espacio de que disponemos, diremos que esto viene a cuento -por si alguien no lo ha supuesto- del "affaire" Topares. Ya sabemos que es solo uno de los treinta y cinco mil casos de cuestionamiento de las inmatriculaciones que viene llevando a cabo la Iglesia Católica en España desde hace un cuarto de siglo. Pero como es el único conflicto que se ha planteado por ahora en nuestra provincia, nos afecta y lo conocemos mejor. Bueno, conocemos las versiones que cuenta la prensa que dice que han dicho ambas partes implicadas. Los juzgados decidirán, seguramente dentro de otro cuarto de siglo, pero lo de aplicar el calificativo de choriceo o pillería no parece que sea arbitrario. Tantos miles de solares, edificios, fincas, aparcamientos como se han "apuntado" en los Registros de la propiedad no parece razonable que estuvieran en un limbo. Y además, ya dijo un Papa que no hay limbo. A la vista de las reclamaciones que están surgiendo ahora, puede que se les haya ido la mano y, como dice el viejo refrán, la avaricia les rompa el saco.

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