La semana pasada el INE ha publicado los datos principales de la economía española correspondientes al tercer trimestre del año que corre. El resultado es que la tarta ha crecido un 0,4 % con respecto al trimestre anterior. Como los lectores corrientes tenemos la costumbre de hacernos una idea con los datos anuales, empezamos a hacer cábalas sobre cómo acabará el año. Y resulta que, aunque el año no ha terminado, las previsiones de los expertos indican que no se alcanzará la cifra del 2,1 % que preveía el Gobierno. Por ejemplo, el INE dice que será del 2 %.

Y aquí ya la liamos: por una décima, los opinadores habituales en los medios de comunicación son capaces de montar un follón en el que nadie se acaba aclarando. Que por lo visto es lo que se pretende. Todo sea por seguir manipulando la opinión.

En primer lugar, la tasa de crecimiento del 0,4 es una excelente cifra, cuando los países de Europa que más están creciendo lo hacen a una tasa la mitad de la española. Entonces, ¿Cómo conseguir que estos datos -objetivamente buenos- parezcan una mierda? Pues manipulando el lenguaje. En vez de decir que crecer a un dos por ciento es una gollería con la que está cayendo en el mundo, se dice que estamos en la ruina porque no se cumple la previsión del 2,1.

Y se usa la ambigua forma "decrecimiento" para indicar crecimiento a una tasa inferior. Es como decir que se destruye empleo cuando se crea a menor velocidad. O como esos comerciantes que dicen en que han perdido X euros cuando lo que ha ocurrido es que han dejado de ingresar lo que tenían previsto según el método de la lechera. Lo ideal de esos comerciantes es trabajar con el diez por ciento: comprar a diez y vender a cien, cuando para el resto de los humanos ganar un diez por ciento es vender a cien lo que nos ha costado noventa.

Pero volvamos a los catastrofistas comentadores de cifras y datos, que quieren dar la impresión de que esto va fatal. ¿Quién puede creerse que con una reducción de una décima el país se va hundir en la miseria? Vale que, como el PIB del Reino de España es de 1,2 billones de euros, un décima son 1.200 kilos, pero no deja de ser una décima y cada español perdería dos euros y medio. Una ruina, como se ve. Claro que, en campaña electoral todo vale y con la que cae de noticias falsas, videos trucados y otras lindezas, manipular un mijilla el lenguaje no parece raro.

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