La cuarta pared

Proyecto Hail Mary

Cuando l“La gravedad moldea y dimensiona nuestro espacio. Somos lo que la gravedad nos permite ser

Hay Acabo de terminar de leer la última novela de Andy Weir, y he de reconocer que me ha tenido enganchado hasta el final. Este autor se hizo bastante popular con su novela de 2011 “El Marciano”, gracias en gran medida a que fue llevada al cine por Ridley Scott bajo el título de “The Martian”. Ambas novelas pertenecen al género denominado ciencia ficción dura, que viene a ser algo así como un subgénero de la ciencia ficción que tiene una importante carga científica, y que por ende, plantea un futurible que puede ser hipotéticamente posible con una evolución tecnológica adecuada. Aquí no tienen cabida las batallas de Star Wars en las que los disparos suenan en el vacío, las naves derrapan en el espacio o la gravedad es estable constante y uniforme hasta en una nave en órbita.

Este tipo de subgénero presenta múltiples capas, y suelen tener una importante carga filosófica y existencial. En ellas, la búsqueda de respuestas o el planteamiento de problemas de especie a los que tarde o temprano nos enfrentaremos, están por encima de la aventura o del camino del héroe que el personaje acabará llevando a cabo. Es un invariante en este subgénero.

El título de Proyecto Hail Mary, que traducido sería Proyecto Ave María, viene de una expresión deportiva americana que se emplea para referirse a esa jugada a la desesperada que se intenta como último recurso para acabar un partido que está casi perdido, y que si sale bien, acabará siendo épica. Ese lanzamiento desde el propio campo que se encesta sobre la bocina cuando se va perdiendo de dos. Pues sin dar más detalles para no destripar la novela, de eso va proyecto Hail Mary.

Y en el desarrollo de la historia, el autor hace coincidir al protagonista con un espécimen extraterrestre, que proviene de otro mundo, en el que las condiciones son absolutamente distintas a las de la tierra. Aparte de una atmósfera, una presión o una temperatura incompatibles para la vida humana, la gravedad de esta “supertierra” es dos veces la gravedad terrestre.

Pensando en ello y en las implicaciones que tiene para la vida, estas cuestiones condicionan no solo nuestra fisiología, tamaño y morfología, si no que determinan la forma de la arquitectura y de los espacios urbanos. ¿Cómo serían las ciudades en un entorno de baja gravedad? Las edificaciones podrían ser el triple de altas al mismo precio. Podríamos subir peldaños más altos, los voladizos estructurales podrían ser de 8 o 9 metros fácilmente… La luna no está tan lejos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios