La vida política de este país cada vez se parece más a los sketches del legendario programa de humor “Crackòvia” de TV3. Lo que hemos visto en Bruselas se asemeja a la perfección a un chiste, me refiero a la reunión entre Yolanda Díaz y Carles Puigdemont. Lo gracioso de esto es la imagen mostrada a los medios de una conversación en una institución europea para dar ejemplo a los demás. Que vean lo bien que lo hace la ministra en funciones. Todo esto, y me río por no llorar, es una reunión en la que según el PSOE nada tiene que ver su formación. Lo alucinante es que se piensan que somos tontos, tanto periodistas como ciudadanos de a pie. Una estrategia que ya hemos visto muchas veces desde Moncloa, culpar al socio para ellos afirmar y decir que son un partido honesto y realmente democrático. El problema aquí es renegar de tus propias decisiones. Sánchez tiene buscar apoyos y uno de ellos, sintiéndolo mucho, es el partido del expresidente de la Generalitat de Cataluña. Los números son así, pero no digamos que es cosa de Díaz. Tampoco podemos tragarnos el resultado final y el objetivo de la reunión “explorar todas las soluciones democráticas para desbloquear el conflicto”. Un resumen que es políticamente correcto, pero sabemos que dentro del follón del ‘sí’ de Junts hay otras muchas cosas, como la amnistía. Una fórmula que suena a la época de cambio de democracia a dictadura o viceversa. Si sólo fuese eso, bueno, podríamos comérnoslo con patatas, pero todos sabemos que todo esto va más allá. Además, ya no se esconden. Junqueras ya lo ha dicho, el perdón no es suficiente y quiere la autodeterminación. Entonces ¿qué, señor Sánchez?, cuando usted dice que en Cataluña se vive mejor ¿por qué? Hombre, principalmente porque va a consentir a todo trapo los caprichos de sus socios catalanes al precio que sea. Lo peor de todo es mentir, reconózcalo y afirme que hará una consulta a la ciudadanía con toda la legalidad. Bueno, al menos vamos de cara y oigan, que puede ser la solución y fin de la historia. Ahora veremos al nuevo jefe gobernar y negándolo durante los dos primeros años hasta que de repente diga: “no es mentir, es un cambio de opinión”. Hágalo sencillo y diga simplemente la verdad porque si no la hemeroteca será bastante larga.

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