Sofocar (la nueva) rebelión en las masas

Y aquí me viene de nuevo la unión de las dos características que hacen atractivo el turismo: que sean pocos y con dinero

Ha podido parecerlo, pero no he estado de vacaciones. En estos momentos las faenas del campo son más que exigentes y he tenido que plegarme a ellas. No obstante, mientras quitaba tallos a las tomateras o vareaba almendros he tenido algún tiempo para pensar en las cosas que estaban pasando. En ciertos momentos me ha parecido estar viviendo en un tiempo paralelo. Lo digo porque, a tenor de algunas cosas que estamos oyendo, se está produciendo una nueva rebelión de las masas, un cambio de comportamiento parejo al que pudo vivir Ortega a principios del siglo XX. Entonces había unas élites que se veían desbordadas en sus privilegios, porque las masas estaban imitando actividades que parecían pertenecerles en exclusividad. Las quejas procedían entonces, más bien, de aquellos que veían peligrar sus modos de vida. En eso, parece que se rompen los parecidos. Las quejas ahora proceden de personas que, pertenecientes a esas mismas masas, no quieren aceptar que las mayorías puedan vivir experiencias similares a las que experimentan las élites. Eso me parece derivar de la "turismofobia" desatada este verano. "Turistas fuera" vienen a decir y a escribir; "no cabemos tantos en estos espacios", insisten. Es demasiada la gente que se mueve, que quiere ver todos aquellos paisajes urbanos y rústicos que otrora solo conocían por revistas o televisiones. Y eso no. Resultado: hay que poner límites. Cuando antes solo venían turistas que, sin ser demasiados, dejaban dinero, eran bienvenidos. Y aquí viene de nuevo la unión de las dos características que hacen atractivo el turismo: Que sean pocos y con dinero. O, como dice esa máxima que constituye el objetivo también de nuestros políticos: Turismo de CALIDAD. Hay que rentabilizar el turismo, y con eso caemos de manos a boca en las leyes del mercado. El resultado es que, disminuyendo la oferta, si hay mucha demanda, inevitablemente subirán los precios, y por tanto, el turismo solo es accesible a determinadas capas sociales. Esto quiere decir que podrá viajar solo aquel que tenga medios suficientes. Los demás, aquellos que conformaban el turismo de "botijo y alpargata", deberán permanecer en sus lugares habituales. De esta manera extienden también al turismo lo que reina en otros ámbitos de la sociedad: cuando hay poco de algo deseable, no se reparte ni por necesidades ni por sorteo. Como dice el refrán: "el que puede levanta peso".

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