¿Traicionero?

Hablar de que es conveniente estudiar la posibilidad de un indulto no es ningún intento, me parece, de interferir en las decisiones de los jueces

Hedespués de aquellos insultos medievales, como "felón", viene a cuento otro insulto como el que aquel romance del cerco de Zamora dirigiera a Vellido Dolfos, el hijo de Dolfos Vellido, ambos a dos "grandes traidores". Estos que aún se mueven en esos estandares medievales están acusando a Zapatero de "alta traición" ante los tribunales. Aseguro que, yo personalmente, no me considero traicionado en modo alguno por que entablara conversaciones para erradicar el terrorismo de ETA. Y no solo por haber mantenido esas conversaciones: es por conseguir eliminar de una vez por todas las acciones terroristas. Creo que, como yo, hay muchas personas que están agradecidos a todas esas acciones que nos devolvieron algo parecido a la paz. Pero aparecen en las redes sociales algunos comentarios que, francamente, ponen los pelos de punta. Amenazan con "quitar de en medio" a "pijoprogres" como, afirma, ya hicieron una vez. Supongo que los que así hablan señalan a los que estamos de acuerdo con todas aquellas actuaciones y sus resultados. Ignoro, aunque lo sospecho, cuáles son los valores de las personas que así se expresan. Pero tal acusación no es más que un principio que da pie a enlazar con otras críticas sobre otras tantas posiciones que ha defendido últimamente Zapatero. Por ejemplo, su papel como mediador en el problema, grave problema, de Venezuela, o qué actitud se puede adoptar una vez conocida la sentencia a los acusados por el "procés". Unas de las mayores acusaciones de las que es objeto son la de no respetar la división del poderes, o la de actuar con un "buenismo" irresponsable. Hablar de que es conveniente estudiar la posibilidad de un indulto no es ningún intento, me parece, de interferir en las decisiones de los jueces; caso contrario habría que abolir la capacidad de los presidentes de conceder indultos. Y, nos guste o no nos guste, tal vez un indulto sea una buena vía, si no la única, para reconducir por el momento el más grave problema que tenemos que enfrentar, aparte de la crisis económica que aún nos aturde. Hacer frente a los problemas nunca se puede considerar un delito de traición. Laminar al contrario, por más que pueda considerarse como el origen principal del problema, no parece ser ninguna solución, por más que algunos sueñen con ese procedimiento. Hay dos realidades tremendamente enfrentadas y mantener las tensiones no es el prólogo de ninguna solución.

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