Hasta hace poco estaba extendida la creencia de que una de las abuelas de Beethoven era española, porque a él le decían de joven "el español" por su aspecto. Una serie de "historiadores" y otros "científicos" catalanes no tardaron en concretar que la supuesta abuela era de nacionalidad catalana. Lógicamente, después de sesudas investigaciones, como las que les han llevado a hacer catalanes a Cervantes, Dante, Leonardo da Vinci, Colón y una larga lista de celebridades. Pero cuando estaban tan contentos con la nueva incorporación de la abuela del genial sordo a su lista de celebridades, vienen unos investigadores (sin comillas) alemanes y demuestran que la abuela pretendidamente catalana no era ni española, sino belga. Inasequibles al desaliento, nuestros excompatriotas catalanes no tardarán en solucionar la vacante de la perdida abuela, descubriendo que dos titas y una bisabuela de Bach nacieron y se criaron en La Plana de Vich (perdón, Vic). Mientras se aclara el asunto, tenemos por delante varios años de desmentidos, argumentaciones y contrapropuestas. Entretanto, otra discusión parecida se está dando en México sobre los orígenes familiares de Antonio Manuel López Obrador (AMLO, para los amigos y súbditos). Todo el mundo sabe que su abuelo era español, de Santander según algún biógrafo, pero no tardará en salir un estudio que demuestre que era de Sant Sadurní D'Anoia. Y es que no hay nada más flexible que los estudios de genealogía y heráldica.

Entre tanto se aclara tan enrevesado asunto, el susodicho AMLO se está dedicando últimamente a reivindicar a Simón Bolívar, dentro, suponemos, de su campaña antiespañola, que le da votos sobre todo entre tantos ignorantes, que no saben ni donde está España. Claro que tampoco saben quién era Bolívar. Ya lo dice el profesor de historia Robert T. Conn, autor de "Más allá de Bolívar en las Américas" (2020), esta postura de AMLO "es un discurso fácil, porque el hecho real es que la mayoría de personas de México realmente no saben quién fue Bolívar". Y se creen lo que les cuentan para sacarles el voto. Gracias a esa extensión de la ignorancia son posibles los cuentos de los "historiadores" catalanes, la campaña demagógica de AMLO y tantas otras que nos quieren colocar, por ejemplo, que la Guerra Civil no fue un golpe de estado, que ni Franco ni Castro fueron dictadores, o que Rajoy no conocía a Bárcenas.

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